Capítulo 0292
El líder, al ver que él estaba furioso, sintió que era algo extraño.

—Solo van a la frontera, no al frente de batalla. Todo el que va allí lo hace voluntariamente.

—Organice esto, quiero ir a la frontera. —dijo Diego, mientras comenzaba a caminar y llamaba por teléfono.

—Señor Martínez, ¿qué dice? —El asistente Manuel, pensó que su oído debía estar fallando.

Salieron esa misma noche, y Diego, sentado en el asiento trasero del auto, tenía un rostro oscuro e indescifrable. Manuel, sentado en el asiento del copiloto, no podía evitar especular sobre los pensamientos de Diego.

Diego, en primer lugar, era un comerciante; lo que más le importaba debía ser el beneficio o la pérdida. Lo que mejor hacía era buscar lo beneficioso y evitar lo dañino.

¿Pero qué estaba haciendo ahora? ¿Cómo podía ir a un lugar tan peligroso como la frontera?

Manuel no podía entenderlo. No creía que Diego estuviera enamorado de Irene. Un hombre como Diego era suficientemente frío y calculador. No podría enamorarse de
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