Después de lo sucedido con Laura, Sofía estuvo confundida y deprimida durante mucho rato.

Además, a pesar de dedicar mucho tiempo a ver chismes en su teléfono, seguía sin entender nada.

Murmuraba para sí misma como si estuviera volviéndose loca.

—¿Por qué la censuraron?

Al escuchar eso, Noa se tapó la frente sin saber qué decir. A Sofía realmente le gustaba el chisme.

Mientras reflexionaba, sonó el timbre de la puerta.

—Déjame, déjame ir.

Sofía se levantó de inmediato de la cama y corrió hacia afuera. Mientras, iba hablando:

—Si no encuentro algo que hacer, voy a enloquecer.

Noa sonrió y luego pensó, ¿quién puede venir en este momento? ¿Sus hermanos?

Sofía abrió la puerta. Todavía tenía el nombre de “Laura” en su mente y cuando se encontró a la propia Laura parada afuera.

En un instante, Sofía se sintió abrumada por la situación. Tal vez estaba demasiado interesada en los chismes.

En ese momento, apareció Daniela con un montón de cosas y se adelantó hacia ella con una sonrisa.

—¿Eres