Capítulo94
Diego frunció el ceño.

—Madre, los mensajes que enviaste fueron ayer por la madrugada. Sabes que hay una diferencia de horario entre Milaglandia y nuestro país. Por supuesto que no pude responder en ese momento.

Alejandra sonrió irónicamente.

—Diego, te he conocido desde que eras pequeño. ¿Realmente crees que no puedo ver a través de tus trucos? No intentes mentirme. Aunque haya una diferencia horaria, podrías haber respondido mi mensaje ahora.

Con tacones de cinco centímetros, Alejandra avanzó hacia Diego con paso firme. Cada paso que daba aumentaba la tensión en el aire.

Diego se sintió cada vez más atrapado por la presencia de su madre. Apretó los puños en silencio, sin encontrar las palabras adecuadas.

El sonido de los tacones resonaba cada vez más cerca mientras Alejandra se acercaba a Diego. Cuando estuvo frente a él, el aura de Diego ya era helada, su rostro inexpresivo como un volcán en silencio.

Con una sonrisa sarcástica, Alejandra miró a Diego.

—Parece que realmente no me
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