Capítulo42
Diego, con los ojos cerrados, pensó que podría evitar un problema. Pero no pasaron ni diez minutos antes de que su esposa comenzara a moverse inquietamente a su lado.

Diego abrió los ojos, observando los movimientos de su esposa con resignación. ¿Era por lo que había pasado esa noche que no podía dormir bien?

Se sintió preocupado, pero antes de que pudiera terminar de preocuparse, vio cómo su esposa giraba dos veces y luego se deslizaba hacia el borde de la cama.

Rápidamente, Diego la atrapó y la trajo de vuelta, soltando un suspiro de alivio. ¡Casi se cae!

Pero su alivio fue efímero. Laura, sintiendo la cercanía de una fuente de calor cálido y reconfortante, se acurrucó junto a él como un pulpo.

El corazón de Diego volvió a latir con fuerza. ¿Cómo iba a dormir esta noche?

Suspiró, cuestionando su propia sugerencia apresurada de esa noche.

Miró el rostro dormido de Laura y, finalmente, decidió no echarla de su lado, sino abrazarla más fuerte y cubrirla con las mantas.

—¿Qué más da si t
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