Capítulo258
—Laura, es hora de cenar. Laura...—Manuel llamó a la puerta golpeándola suavemente, pero no obtuvo respuesta alguna. Una repentina inquietud se apoderó de él, haciéndole apartar toda cortesía mientras hacía girar el pomo para ingresar.

Sobre el escritorio yacían algunos borradores desordenados y la computadora portátil reposaba en silencio. Sin embargo, Laura había desaparecido sin dejar rastro.

Manuel entró en pánico, hasta que alguien tiró suavemente de la punta de su camisa. Se volvió para encontrarse con una pequeña niña. La reconoció como la hija de la casera, quien solía pegarse constantemente a Laura. La pequeña lo miró con sus grandes ojos y explicó:

—Tío, olvidé decirte que la señorita Laura salió a pasear por el jardín. Como te veía tan concentrado trabajando, no quise molestarte. Ella me pidió que te avisara cuando terminaras, para que no te preocuparas.

A Manuel no le importaba que la niña lo llamara “tío” mientras se refería a Laura como “señorita”. Al escuchar que sólo ha
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