Capítulo182
En ese momento, cuando Diego frunció el ceño con la intención de seguir pujando, Laura lo detuvo oportunamente tomándolo de la manga, impidiéndole levantar el cartel de subasta.

—Espera un momento, Diego. La verdad es que esa gema no me gusta tanto. Si esa señorita la quiere, puedes dejársela. No hace falta que sigas pujando.

Diego miró a su esposa con cierta confusión. ¿Cambió de opinión tan rápido?

—¿Estás segura de que no la quieres?

Diego frunció el ceño, dudoso.

—Si realmente la deseas, haré lo que sea necesario para conseguírtela. Al fin y al cabo, es solo una gema.

Laura suspiró.

—Diego, ¿acaso el dinero te llega volando?

—El precio de esa gema está muy por debajo de los cuarenta millones, y tú planeabas seguir ofertando más.

La mirada de Diego se suavizó al comprender que su esposa sólo estaba preocupada por él.

Rió levemente y le dijo:

—No te preocupes, alguien me calculó una vez que gano alrededor de mil doscientos millones por hora.

—Una simple gema no es nada. Si realme
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