Capítulo118
Diego sintió un escalofrío recorrerlo como una ráfaga de viento helado.

Rápidamente levantó cuatro dedos. —¡Juro que de ahora en adelante nunca más haré enojar a mi esposa ni difamaré a nadie sin razón! Consultaré contigo cualquier cosa antes de hablar.

Laura retiró su mirada satisfecha y examinó la tabla de lavar en su mano. Con esa promesa de Diego, se sentía más tranquila.

Pero entonces, con cierta astucia, Laura movió los ojos. —¡Diego!

—¡Sí! Respondió él de inmediato.

—En el futuro, no usaré esto contigo, después de todo eres un CEO y debes guardar las apariencias. Pero con la condición de que no hagas nada que me ofenda.

Laura se puso seria. —Guardaré esta tabla en mi habitación. Si alguna vez haces algo que realmente me ofenda, la arrojaré directo a tu cabeza.

¿Ah?

Diego se quedó inmóvil. ¿Si hacía algo que ofendiera a su esposa, ella arrojaría esa tabla a su cabeza?

Pero, ¿no se suponía que la tabla era para arrodillarse?

Recordaba que su asistente le había explicado ese uso
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