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Sebastián y Dante, junto a Vladimir, llegaron a ese lugar, era tan terrible, tanto por fuera, como pintaba ser por dentro, tocaron a la puerta y un guardia corpulento con cara de pocos amigos no les dejó pasar —¡Soy Sebastián Hesant! Traeré a la policía si no me dejan entrar. Solo nombrar a la policía hizo que dejaran al hombre entrar y lo llevaron directo a lo que parecía la oficina del director —Tome asiento, señor, creo que esto es un malentendido. —Ningún malentendido, sé que el señor Hugh Hesant trajo aquí a dos chicos, llamados Rodrigo Mayer y Seraphyna Hesant, sé que el chico escapó, pero la chica está aquí, es mi hija y le exijo que me la entreguen, o de lo contrario tendrá aquí mismo a la policía —aseveró con rabia y autoridad —Señor Hesant, le repito que no es así. —¡No me repita nada! Creo que no tiene idea de con quien está hablando, pero tiene solo cinco minutos para pensarlo, de lo contrario, le juro que haré de su vida un infierno. El tipo parecía trémulo, dudando
La mirada de Sebastián era un poema de celos, y esto hizo que Violeta se sintiera incómoda —Yo he venido para ver como está Rori, casi lo atropello, y me he preocupado mucho. Sebastián enfocó su mirada en su esposa —¿Cómo está Rori? —Está bien, el doctor dice que en unas horas más será dado de alta —dijo ella —Ya lo escuchaste, Pablo, mi cuñado está bien, pronto será dado de alta, creo que eso te sirve, ahora te agradezco tanto tu preocupación, pero en temas familiares conviene no estorbar. Pablo se quedó de piedra, era la segunda vez que Sebastián era brusco y hostil con él, eso le hizo pensar, que, quizás el hombre estaba celoso, ¿Siempre sería así? Porque él siempre consideró a Sebastián Hesant como un hombre muy seguro de si mismo, ahora no comprendía porque parecía odiarlo, ¿Acaso lo veía como un rival? —Entiendo, si necesitan cualquier cosa, cuentan conmigo. Sebastián se sintió más molesto —Lo tomaremos en cuenta, gracias —dijo Sebastián Pablo dio la vuelta, pero una e
Rori observaba a Seraphyna, no la pudo despertar, no tenía valor, parecía tan tranquila durmiendo, como si ahora todo lo que vivieron fuera solo una utopía nunca real, solo deseaba verla bien «Estaba tan enojado, Seraphyna, me sentía herido, y en algún momento me perdí a mi mismo, ¿Cómo pude confiar en Betty? Romí tu corazón y ahora no sé si haya un puente que me lleve de nuevo a ti» pensó con melancolía Violeta puso su mano en su hombro —Debes descansar, hermano, Seraphyna también debe hacerlo, vamos, te llevaré a tu cama y te arroparé como cuando eras niño. Rori pudo menos que sonreír y la siguió, Rori se recostó y ella no se fue hasta verlo bien cobijado y tranquilo. Violeta caminó por el pasillo, por fin la calma volvía a su corazón, pero no olvidaba la cruel pesadilla vivida, entró en la alcoba, Sebastián estaba sentado en el filo de la cama —¿Estás bien? Él lanzó un suave suspiro —Estoy bien, Violeta, no quiero que estés cerca de Pablo Lanzi. Ella le miró con duda, acer
Sebastián observaba a Violeta con gran angustia, temía por verla tan débil, como nunca la vio antes, acariciaba con suavidad su rostro, llamó al doctor, quien no debía tardar, puso un poco de alcohol cerca de su nariz con un algodón, pero ella comenzó a despertar muy despacio, abrió los ojos, intentó erguirse, pero él la detuvo—No, por favor, no te levantes, Violeta, debes descansar.—¡¿Qué…¡? ¿Qué me pasó? —exclamó titubeando, luego todo vino a su mente—. Esa mujer… ella miente, ¡No puede ser! Rori no sería capaz de algo tan estúpido.—Amor, cálmate —dijo Sebastián siseando despacio—. Ahora solo importa tu salud, debes estar bien, por favor, te lo ruego, yo me encargaré de todo.La doctora llegó y pidió quedarse para atend
Violeta y Sebastián fueron al hospital al día siguiente, ella se sentía mucho mejor, pero debían recoger los resultados de los estudios, entraron al consultorio de la doctora, quien ya los esperaba—Bienvenidos, ya tengo los resultados de sus exámenes.Sebastián parecía ansioso, quería escuchar que Violeta estaba bien—¿Y bien? Díganos, por favor, la salud de mi esposa está bien, ¿Verdad?—Sí, ella está embarazada tiene dos meses aproximadamente.Ambos se miraron con ojos enromes, no esperaban semejante respuesta, casi rieron entre sus nervios—¿De verdad?—Sí, parece que los he sorprendido.—Bueno, no teníamos ni la mínima sospecha —dijo Sebastián—Los enviaré con la ginecóloga, y recetaré vitaminas pares cuidar bien el e
Rori daba vueltas por el hospital, tenía un semblante desesperado, Violeta no podía dejar de sentir angustia, realmente se preocupaba por esa mujer, deseando que, si estaba embrazada, pudiera tener salud para su bebé, que al final creía que se trataba de su sobrino.El doctor salió y se unió a ellos—¿Son familiares de Beatriz Ramos?—Sí, ¿Cómo está? —preguntó Violeta—Está bien, pudimos detener el sangrado y ahora el bebé está sano, ella está estable, será dada de alta, ahora mismo.—¿Ahora mismo? —preguntó Violeta extrañada—. ¿Y cómo está el bebé? ¿Cuánto tiempo de embarazo tiene?—El bebé está bien, ella solo tiene casi dos meses de embarazo, es muy poco tiempo, pero ahora está bajo control.
Hugh se reunió con Alfredo Lanzi en la bodega abandonada que ese hombre tenía, no estaba nada contento, estaba furioso, y en cuanto lo vio, lo tomó con rabia del cuello de la camisa, empujándolo contra la pared—¡Eres un verdadero inútil! —exclamó con furia, Hugh bajó la mirada, no tenía el valor para contradecir sus palabras ahora—Estoy resolviéndolo.Alfredo liberó al joven, pero seguía teniendo esa mirada rabiosa, sus ojos castaños brillaban de decepción—¿Sabías qué Violeta espera un hijo de Sebastián Hesant? Ese será su primogénito de sangre, por lo que ahora, tú y tu hermana perderán cualquier esperanza de obtener la fortuna Hesant.Las manos de Hugh se volvieron un puño de odio, solo de recordarlo, Sebastián le había encestado una puñalada
Sebastián observaba a su abogado, el señor Rezza estaba tan nervioso, que su frente sudaba—¿Acaso no le di una orden específica? —exclamó Sebastián enfurecido—Sí, señor Hesant, es solo que, es un proceso complicado.—¿Complicado? —exclamó—. ¿Cómo puede saberlo si ni siquiera ha hecho el intento? Rezza, más vale que siga mis ordenes, hoy mismo se quedará en la oficina de Dante, y él se encargará de que usted termine el nuevo testamento, además, quiero que le de prioridad a la demanda para quitarle el apellido a Hugh, haremos un testamento ahora y en nueve meses, haremos otro.—¿Nueve meses?—¡No se entrometa en mis asuntos! —exclamó Sebastián, estaba demasiado enfurecido, Rezza se levantó y asintió, luego fue a la oficina que siempre tom