Alfredo corrió, pero no los alcanzó, estaba desesperado, la seguridad del hospital alertó a la policía —¿Por qué su hijo huiría? —exclamó el policía intrigado —Esa mujer tiene la culpa, creo que mi hijo ha comenzado a alucinar. —Imposible, ¿Acaso él se lo dijo? Pablo nunca ha tenido un problema mental en su historial clínico. —Pues se ha comportado errático desde hace días, agresivo, severo, y se fue de casa, además, como pudo verlo, su salud se deterioró, deben ayudarme a traer a mi hijo de vuelta él no puede estar lejos de mí, ¡Morirá sin mí! —exclamó con terror. La policía llegó y el hombre puso una denuncia, acusando a Verónica Ramos de secuestro. —¿A dónde vamos? —exclamó Verónica —No podemos ir ni a tu casa, ni a la mía, mi padre nos buscará en esos lugares, pero no tengo ningún otro lugar a donde huir. —Yo sí —aseveró ella virando el auto en una esquina—. Tengo un refugio para estos casos —afirmó convencida Él la miró incrédulo, pero tuvo que confiar, no le quedaba nad
Pablo abrió los ojos, sintió que un cuerpo tibio estaba cerca de él, pronto encontró a Verónica a su lado, fue una extraña sensación, muchas veces soñó con despertar al lado de una mujer, pero siempre Violeta venía a su mente, la realidad superaba por mucho a sus fantasías, observó el rostro de Verónica, dormida parecía una chica más joven, por supuesto que era hermosa, inteligente y dulce, pero, ella no era Violeta, nadie sería Violeta en el corazón de Pablo y él supo que incluso si lograba olvidar su amor, Violeta representaría en su vida algo que sería especial y anhelante. Verónica se despertó minutos después y sonrió al ver a Pablo.Se levantaron—Debo irme.—¿Irte? —exclamó ella sorprendida —He decidido que me iré del país, así estaré lejos de mi padre. Veronica se sintió impactada, pensar que no volvería a verlo le dolía—Pero, y tu tratamiento médico.—bueno. en otro país puedo hacerlo —dijo Pablo. Verónica asintió, ocultaba su decepción, dejar de verlo le dolía, porque alg
Sebastián debía ir junto a Vladimir y Dante debían entregar el dinero del rescate.Pero, Sebastián no podía mentir a Violeta, ni ocultarlo toda la verdad, simplemente no podía hacerlo, en su corazón se sentía incapaz y cuando ella vio su rostro supo que algo malo ocurría—Solo dime lo que sea.Violeta sintió mucho temor cuando Sebastián le contó todo—¡Iré contigo! Es mi hermano.—¡No, Violeta! Por favor, debes cuidar a los niños, juro que volveré. Ella lo abrazó con fuerzas—Es un juramento, ¿Cierto? por favor, Sebastián, no vayas a romperlo.Él tomó su rostro —Confía en mí, amor, volveré con Seraphyna y Rori, y luego nos iremos de aquí a ser felices por fin.Cuando se fueron, Violeta no dejó de llorar y rezar, de pedir a Dios porque regresaran a su lado, sanos y salvos.Lejos de ahí, Rori y Seraphyna estaban atados a sillas de madera, mientras Logan enloquecido merodeaba cerca de ellos.Rori intentaba desafanarse y era tan imposible.Logran desató a Seraphyna provocando al angustia
Violeta y Sebastián veían casas nuevas a través de internet, tenía el lugar perfecto para irse, se mudarían a Puerto Rico, querían estar lejos del pasado, Rori y Seraphyna irían a vivir con ellos por un tiempo, pero luego volverían para ir a la universidad, no podían mantenerlos siempre con ellos, eso lo tenían claro.Escucharon que tocaron la puerta, la empleada fue a abrir, Violeta eligió una de las casas, era hermosa, pequeña, no querían nada lujoso, no querían nada de eso, solo buscaban calor de hogar, una nueva vida, recomenzar con paz para sus pequeños hijos.—¡Violeta! ¡Ven aquí! Violeta.Esos gritos los confundieron, se miraron intrigados, tratando de adivinar quién era—¿Qué es ese ruido? —exclamó Violeta, pero cuando los gritos se hicieron más fuertes, ambos
Pasaron dos meses, Violeta decidió visitar a Pablo, sabía que él había mejorado de salud, pero esperó para poder verlo, ahora sentía que era un buen momento, aunque aun se sentía nerviosa, pues no sabía que podía esperar, ¿Y si él la culpaba por lo ocurrido con su padre? De todas formas, debía enfrentarlo, de una vez por todas, necesitaba hablar con él, liberarse de todo el pasado, ella esperaba en el salón, hasta que al fin Verónica apareció ante ella—Bienvenida, te va a recibir, está mejor de salud, está en el jardín, ven conmigo.Violeta siguió a Verónica, caminó despacio y vio su silueta, sentado sobre una silla en el jardín, ella se acercó despacio, había algo en su interior que aún temía, no quería sentirse de esa manera, pero no pudo evitarlo—Hola,
Pablo entró a aquella habitación, pudo ver la silueta de su padre, estaba sentado en una silla, mirando por la ventana.Una enfermera recibió a Pablo—Bienvenido, señor.—Gracias, ¿Cómo está? —preguntó Pablo por su padre—Bueno, es la hora de su comida, pero no ha tenido mucho apetito, ahora no ha tenido muchas alucinaciones, ha tenido buenos días, esperemos que el medicamento tengo un buen efecto, parece en un trance catatónico, pero, su conciencia fluctúa, así que no estamos seguros de nada.Pablo asintió y lo miró—¿Puedo darle la comida yo?La enfermera sonrió, y asintió despacio.—Claro, ¿Quiere que los deje un momento a solas?—Por favor, si pudiera ser posible, lo quisiera. —dijo PabloLa enfermera asintió—Aví
Sebastián estaba en el altar, vestía su traje elegante, no sabía que sucedía con él, sus manos temblaban, su frente sudaba, estaba nervioso, y era tan raro sentirse así, cuando escuchó las campanas de la iglesia resonar, y miró a todos los invitados, fijó su mirada en ella, lucía tan hermosa, y creyó que era imposible que Violeta fuera más hermosa, pero ante él estaba un ángel, una preciosa reina.Sonrió y sus ojos brillaron, ella caminaba al lado de su hermano Rori, su vestido era como en sus sueños de adolescente, era una novia, ahora era una esposa por amor, y no más por despecho, llegó al altar y tomó el brazo de su amado esposo—Te amo.—Te amo —dijo Sebastián sin dejar de mirarla con amorEl sacerdote comenzó a oficiar la misa, Pablo y Verónica les entregaron los anillos de oro, e
Después de pasar el fin de semana en la playa volvieron a casa. Violeta extrañaba mucho a sus hijos, apenas llegó los arrulló y los cuidó, estaba sanos y tranquilos, creyó que sus hijos eran dos pequeños ángeles, dulces y pacíficos —Violeta, quería decirte que Rori y yo queremos hablar contigo y con papá, ¿Podrías acompañarnos al salón? —dijo Seraphyna Violeta la miró intrigada, asintió y dejó a los niños durmiendo, luego bajó al salón. Sebastián ya estaba ahí —¿Qué sucede? —exclamó ella —No lo sé, los chicos me tienen muy intrigado —dijo Sebastián—. Vamos, chicos, cuéntenos todo, por favor. —Bueno, Sebastián, quiero… quiero pedirte oficialmente, la mano de Seraphyna, queremos casarnos. Sebastián estaba impactado, igual que Violeta, no esperaban tal noticia —Pero, ¿Qué dices? Rori, Seraphyna, están apresurándose, ¿No lo crees? —exclamó ella —Hermana, sé que pensaran que somos muy jóvenes, pero no es así, este ti