Capítulo 134

Cuatro meses después.

—Esto debe ser una maldita broma —susurro mentira lucho contra mi sujetador que al parecer ya no me queda.

Maldigo y con resignación lo hago a un lado.

Mi vientre está más abultado y estoy en la semana veinte. Así que aún tenemos un camino que recorrer.

Los mareos han cesado, pero apareció la acidez y mis pechos comenzaron a crecer y al parecer les faltan un poco más, además de otras dolencias.

Resoplo.

Con resignación voy al cajón, tomo un sostén deportivo y una de las camisetas de Ares.

Bajo las escaleras y me encuentro a Ares en la cocina preparando el desayuno.

Ambos pasamos más tiempo en la casa del vecindario y el hombre se ha propuesto a estar al pendiente de mis malestares y aguantarse mi mal humor.

—Buenos días, doc. —espeta cuando me mira.

—¿Qué tienen de buenos?

Me siento en el taburete de la cocina y él enarca la ceja.

Tomo un trozo de manzana.

La doy un mordisco y él espera pacientemente a que suelte mi diatriba.

Lo amo.

—¿Sabes que es lo verdaderame
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