En medio del silencio, Jeremy pudo oír a Madeline reírse, ligeramente.

"Jeremy, ya es demasiado tarde. No siento nada por ti y eso no va a cambiar, digas lo que digas, ahora", dijo Madeline, con frialdad. Ya no sentía el mismo anhelo por él.

"Porque ya no te quiero".

Aunque él sabía que ella no lo amaba, cuando la escuchó decirlo en voz alta, Jeremy sintió por fin lo que era tener un millón de flechas en el corazón.

Sintió como si llovieran cuchillos invisibles sobre él, rebanando la carne de su cuerpo. Lo que quedaba de él, ahora, eran sólo sus huesos.

Madeline levantó la mano, de repente, y apartó los brazos de Jeremy.

Se dio la vuelta y miró sarcásticamente al triste hombre.

"Jeremy, no quiero verte más nunca. En el momento en que pediste que abrieran la tumba de mi abuelo, me arrepentí de haberme enamorado de un hombre de sangre fría y sin corazón, como tú".

Al escucharla decir esto, Jeremy sintió que el viento frío se apoderaba de su cuerpo. La temperatura de su corazón ca