Ava sostenía su vaso con agua con una expresión desconcertada mientras miraba a las dos personas que le impedían el paso.

Eran las dos mujeres más chismosas de su oficina. Mientras las miraba, Ava fue cayendo en cuenta de que estaban allí adrede.

Aun así, se limitó a mirarlas con confusión y preguntó: “¿Qué sucede? ¿Acaso quieren desayunar conmigo, chicas?”.

En cuanto Fiona y Kendra la escucharon, un destello de sorpresa apareció en sus ojos.

“Hermana, si no te molesta, ¡nos encantaría desayunar contigo!”.

“¡Sí, nos encantaría, hermana!”.

“...”.

Cuando Ava escuchó cómo se dirigieron Fiona y Kendra a ella, sintió que se le ponía la piel de gallina por todo su cuerpo.

Intentó sonreír, pero solo pudo mostrar una sonrisa falsa, incómoda y descortés.

“¿Qué están haciendo aquí, chicas? No me parece apropiado que me llamen ‘hermana’, cuando me he incorporado a la empresa después que ustedes. Soy su subalterna”.

Luego de decir esto, Ava las rodeó y se dirigió deprisa a la despensa.