Ya estaba cansado del dolor en mi tobillo, pero nada me preparó para la verdadera agonía que estaba a punto de comenzar. Un grito ensordecedor salió de mis labios y el sonido de un gran chasquido resonó por los jardines cuando mi tobillo derecho se salió de su lugar de repente e inesperadamente, dejando mi pie completamente en la dirección equivocada. Fue grotesco y el dolor que me recorrió me hizo convulsionar.

Mis manos temblorosas volaron hacia la articulación para calmarla, después de lo que parecía como si alguien la hubiera agarrado y quebrado como una rama. Mi respiración se aceleró y mi chillo lentamente se convirtió en un grito descontento mientras intentaba acostumbrarme a las nuevas sensaciones que fluían por mi cuerpo.

Estaba entrando en pánico.

Mi mandíbula comenzó a doler y palpitar mientras sentía que mis dientes se alargaban ligeramente, lo que también provocó que un poco de sangre entrara en mi boca, antes de que los dientes se retrajeran hacia mis encías.

"¡Ay!".