De repente, un dedo se deslizó dentro de mí y me estremecí ante la sensación instantánea de placer que me produjo. Después de menos de un minuto, él introdujo un segundo dedo mientras cada vez sonaban más gemidos de mi boca.

"Diosa, estás tan apretada", comentó él antes de añadir otro dedo a la fiesta que ahora se movía alrededor de mi vagina, tratando de encontrar ese punto tan dulce que trajo la euforia de antes directamente a mi mente.

Lo apretada que estaba era algo que no podía entender ya que después de todo lo que hizo el rey, supuse que estaría bastante suelta e incapaz de sentir intimidad real y pensé que el rey me había roto... pero eso no podría haber sido más lejos de la verdad. Honestamente, Lewis había llenado sin saberlo cada grieta o rotura que pudo haber aparecido y me había reconstruido suavemente, lo suficiente para que quisiera aún más de su amabilidad y afecto. Ahora quería cada centímetro de él.

Después de unos minutos, él deslizó un tercer dedo dentro y jadeé