En cuanto cruzamos la puerta, todas las conversaciones se apagaron y todas las cabezas se volvieron hacia mí.

“Bienvenida de nuevo a clase, Reina Dylan. Por favor, tomé asiento”. Asentí a la Señora Matthews y me dirigí a mi antiguo asiento, donde se encontraba un chico llamado Peter. Lo miré con el ceño fruncido, yo me había sentado en ese sitio durante años. Ese era mi asiento, bien podría haber tenido mi nombre en él.

“¿Puedes moverte, por favor?”. Pregunté. ¿Tenía un tono áspero en mi voz? Sí. Pero fui algo cortés con mi antiguo compañero.

“Los humanos con pareja se sientan en ese lado de la habitación. Tú misma lo dijiste”. Sentí que la ira aumentaba en mí, pero también una especie de desesperación por la normalidad. Ese era mi asiento, era infantil, sí, y había otras sillas disponibles, pero yo no estaba apareada, y no me iba a sentar en ningún otro sitio.

“No estoy marcada, no estoy emparejada, y quiero mi asiento. ¡Ahora muévete!”. Estaba temblando de rabia y miedo mientras