PDV de Dylan

Me quedé de pie en el vestíbulo mirando a los cientos de ojos que ahora me miraban. Cada lobo que estaba creando la fuerte charla superpuesta que podía oír desde el exterior se había detenido en seco para mirarme, la falta de ruido era ensordecedora, el más mínimo sonido sería capaz de ser escuchado por cualquiera de ellos, sin embargo, ningún ruido llegó. Incluso creo que un pequeño alfiler cayendo al suelo sonaría como un trueno estrellándose dentro de un cielo completamente negro.

Los segundos se convirtieron en minutos, pero la zona seguía silenciosa y quieta. Tragué saliva, insegura de lo que los lobos estaban pensando de mí. Normalmente se me daba bien leer las caras y las expresiones, pero el silencio que reinaba en el lugar hizo que mis otros sentidos se activaran. Fue como si mi oído desapareciera y con él todo lo demás se agudizará.

Aferré la chaqueta con más fuerza, aunque no era posible, y los nudillos se me pusieron blancos. Me pareció que había pasado una