Jamas mire a su dirección. 

Punto de vista de autor:

Llegar al ático era como caminar directamente al pasado. No había estado allí en años. En primer lugar, nunca quiso volver. Todo parecía igual, al menos hasta que entró en el apartamento.

Selene llegó a la puerta con una mirada de asombro en su hermoso rostro.

—Eliza, ¿qué diablos estás haciendo aquí? —cuestionó a la defensiva.

—Me temo que el príncipe Dante ha resultado herido —intentó argumentar con voz suave.

—¡¿Qué?! —Ella lloró y presionó su mano contra su pecho.

—Se cayó y se golpeó la cabeza. El médico lo está viendo ahora en casa de mi amiga Bella, pero mientras tanto necesito llevarle ropa limpia y artículos de tocador.

Selene suspiró.

—¿Qué diablos está haciendo en casa de Bella? —inquirió Jane—. ¿Cómo se cayó?

Antes de que pudiera responder Selene, una mujer digna se deslizó por el pasillo.

Era hermosa a pesar de su avanzada edad y tan elegante que Selene sintió envidia, pero se congeló cuando la vio.

—¿Quién eres tú?

—Soy Eliza Ferrer. Es un
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