— Te amo, Agustín. Dijo Mónica entre susurros Al oír aquello Agustín se separó del abrazo reconfortante, la observo para luego tomar su rostro entre sus manos dibujando sus labios con sus dedos para luego acercarse y tomar sus labios contra los suyos empezando una guerra sin cuartel, por lo apasionado y sedientos que se encontraban uno del otro. Cuando por fin se entrecortaba el aliento se separaron tomando aquello como su respuesta definitiva que ahora en mas todo marcharía como debía ser. Ambos se miraron en silencio tratando de encontrarse en la mirada del otro, y antes de desperdiciar aquella atmosfera se sumieron nuevamente en un cadente y apasionado beso, en ese instante no importo nada pronto Agustín invadió el aliento de Mónica separando raudamente los dientes marchando y empujando a la vez que succionaba y chupaba con fuerza la boca de su contendiente, dejándola empapada de sudor y con una evidente sonrojes por la rítmica y candente beso de la que fue presa. En ese instant
Las luces de un nuevo mañana iluminaron poco a poco la habitación filtrándose los primeros rayos del sol.— Mi bella durmiente, es hora de levantarse. Murmuro suavemente Agustin — No quiero—, dijo Mónica con un puchero en su rostro escondiéndose bajo las sabanas — es fin de semana quedemos un momento mas, se le oyó decir a Mónica lo que divirtió a Agustin—. —Tus órdenes serán cumplidas mi bella dama— ante estas palabras Mónica descubrió su rostro y se acurrucó en el fuerte y fornido pecho de Agustin.— ¿Te encuentras, bien? ¿No te sientes incómoda?, pregunto de repente Agustin. — Estoy bien, murmuro Mónica escondiendo su rostro sonrojado hasta las orejas. — ¿Segura? ¿No fui muy rudo?— …, ante lo que dijo Agustin, Mónica pronto proyecto en su mente todo lo acontecido el día anterior a lo que solo abrió de par en par sus ojos y se escondió nuevamente en el pecho de Agustín para evitar ser descubierta por los pensamientos impuros que regresaban a su mente. —Pfff, se rio nuevame
— ¿Cumpliste con lo que te encomendé?— Sí, Joven Agustin. Está hecho, la Señora no tendrá problemas de ahora en adelante. —Muy bien, gracias Jose. — Me alegro de que se hallan contentando con la señora, mencionó Jose. — , ¿no está del todo convencido no es así?— Jose, yo amo a mi esposa es solo que…—Se trata de la señorita Lybia ¿no es así?— Sí, no quiero aceptarlo, pero de algún modo se me viene su imagen a mi mente y eso me perturba, quizás la mejor opción era separarnos, pero ahora no puedo retractarme luego que le pedí que no se fuera de mi lado. Peor aún lo que me tiene en ascuas es que no he sabido de ella después de su última llamada de hace como una semana, no quiero sentirme así, pero dime que puedo hacer con estos sentimientos que me queman por dentro. — Señor eso…— ¡Es ella!, ya te puedes retirar Jose. En ese momento Jose, se sorprendió del cambio de actitud que tenía Agustin en ese momento, pues regularmente cuando hablaba con su espos
Mónica se hallaba inquieta por lo que había visto fugazmente, por lo que trato de terminar temprano con los temas pendientes.Llegó a casa, pensando que encontraría a Agustin, sin embargo, no llegó hasta casi la media noche. Al momento en que llegó, Mónica se encontraba subiendo las escaleras, dirigiéndose a descansar. Al oír el sonido de alguien ingresando volteo la mirada y verifico que en efecto se trataba de Agustin, en ese instante estaba un tanto dolida con miles de pensamientos en su cabeza por lo que regreso su mirada y continuo su camino a la habitación, estaba agotada y sin fuerzas, sin ganas de nada. Por su lado Agustin, se encontraba con unas copas de más cuando llegó, observo a su alrededor y se percató que Mónica lo había visto, sin embargo, no dijo nada y solo se volteó y siguió su camino en ese instante Agustin no menciono nada y la dejó irse. Estaba en un estado problemático y eso era evidente, la encrucijada no lo dejaba respirar lo peor es que era que al dar una
Agustin llevaba días en tranquilidad aparente mientras los días transcurrían y llegaba el momento de partir, las encrucijadas nuevamente hacían de lo suyo, pero ahora sabia que buscar un buen camino no era como lo esperaba. Estaba contra el tiempo y debía tomar una decisión rápida aunque le disgustaba había una única salida que hallo, no podía quedarse sin hacer nada al respecto y debía actuar o sería muy tarde, pues al final era su naturaleza egoísta de perder algo. — ¿Bueno?—Aquí August, Bisabuelo. —Oh, August ¿Dime en que puedo ayudarte? —August se negaba a decir sus siguientes palabras por lo que se quedó en silencio antes de hablar. — Bisabuelo, lo he reflexionado por mucho y deseo que detengas la anulación de mi compromiso. Haré lo que se debe hacer. El Bisabuelo Bertram aún no terminaba de procesar lo dicho por August, aunque en resumen en cierta manera no desechó su compromiso como no lo entendía del todo decidió preguntar directamen
Agustin suavemente se acercó a Mónica para despertarla. — ¿Querido? ¿Qué pasa? — Cariño, es hora de levantarse. La hora apremia. — ¿Qué dices? ¿No entiendo? — Nos casaremos hoy, nos esperan en una hora en el templo. — ¿Eh?, ¿Tan rápido y a esta hora?. Dijo Mónica con confusión. — Lo sé Cariño, no es lo que hubiera querido, pero las cosas están por complicarse es mejor ser precavidos. — ¿Qué quieres decir? — Mi abuela llegó al Palacio, nunca fui de su agrado me aceptó solo por los logros que traje a la familia es todo. Ahora que ha llegado temo que pueda hacer las cosas difíciles así que llamó el Bisabuelo para apresurar este ritual para evitar conflictos. — Entiendo. Si no hay de otra. No Traje vestido ni nada formal conmigo…— Oh, no te preocupes. Yo me encargué de eso, mande a confeccionarte un vestido tradicional. Vamos debemos apresurarnos. Ambos se vistieron lo mas rápido y lo mejor que pudieron, partiendo al Templo Ancestral en donde se encontraban el Gran obispo, el
Mónica se despertó tarde luego de que tuvo su primer día muy agotador en aquella ciudad, se cambió con paciencia, pues no tenía apuro alguno, mientras lo hacía se percató del movimiento de tanta gente en los pasillos quienes caminaban de un lado a otro con gran apuro, por otro lado, observó que Agustin no se encontraba por ningún lado.Salió tímidamente de la habitación hasta que vio una cara conocida, era Amelia. — Mi señora. — Amelia, ¿qué sucede? ¿Por qué hay tanto alboroto? — Oh, eso es por orden del señor. Ordenó que prepararemos lo imprescindible para su mudanza al palacio. — ¿Eh?, oh… ya entiendo. Al escuchar ello Mónica sabia que no pasaría mucho tiempo para partir por lo apurados que se encontraban todos. Finalmente, al mediar las 4 de la tarde llegó el encargado de la mudanzas del palacio y llevo a Mónica con todo consigo además de indicarle que Agustín los alcanzaría después. Así mismo lo hizo y llevo a Mónica al gran Palacio de la gran familia D’Ariza haciendo un gr
Incluso en pleno verano el frío calaba hasta la garganta bajando hasta el corazón que palpitaba con fuerza. Mónica se sentía sola con un miedo que recorría su cuerpo porque no conocía el mundo que la rodeaba todo era totalmente distinto a lo que le rodeaba, no sabía a lo que se enfrentaba de aquí para adelante por lo que solo trato de mantener la calma y marcharse a su habitación rindiéndose a la idea que ver a Agustin esa noche. ***Aquel día alrededor de la 1 de la tarde — August, ¿Qué te trae por aquí? — Bisabuelo, ¿Dónde se encuentra la Abuela Raina?, preguntó con dureza — Querido August calma, no creerás que te engañe ¿verdad?, aun si lo hiciera no tendría ningún sentido, al final terminaste casándote con la señorita Mónica así que porque hacer tanto drama. — Pero… no era la manera, debió ser mucho mas formal con presencia de mas miembros de la familia. — Lo hecho, hecho está no hay marcha atrás además Raina se alojó en el hotel de la ciudad cerca al aeropuerto probablemen