extra

Mucho tiempo atrás, antes de que me capturaran y me torturaran, antes de que escapara y encontrara a mi luna, antes de que fuera el alfa de mi manada, yo era solo un cachorro. Un cachorro curioso y travieso, que le gustaba explorar el bosque y jugar con sus hermanos. Tenía tres hermanos, dos machos y una hembra. Éramos los hijos del alfa, los herederos de la manada. Nuestros padres nos querían mucho, y nos enseñaban todo lo que debíamos saber para ser buenos lobos. Nos enseñaban a cazar, a rastrear, a luchar, a comunicarnos, a respetar las leyes de la naturaleza. Nos enseñaban a ser leales, a ser valientes, a ser nobles. Nos enseñaban a amar.

Pero yo tenía algo que mis hermanos no tenían. Yo tenía un don, un don especial. Podía controlar los elementos, podía manipular el fuego, el agua, el aire y la tierra. No sabía cómo ni por qué, solo sabía que podía hacerlo. Era algo que me salía natural, algo que me hacía sentir vivo. Me gustaba jugar con los elementos, crear formas y figuras con
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