Capítulo255
Manuel entrecerró sus estrechos ojos, levantó la mano y acarició suavemente el brazo magullado de María, preguntándole en voz baja: —¿Todavía te duele? Si no mucho, vamos a cenar primero.

María bajó la cabeza para mirarse a sí misma, despeinada y sucia, con el vestido hecho jirones y sin cubrir su cuerpo, luciendo extremadamente desaliñada.

Ella negó con la cabeza: —Voy a volver y cambiarme de ropa primero.

No podía permitirse presentarse a cenar con él luciendo tan desaliñada, no sabía cuántas personas se reirían de ella. No podía permitirse perder su dignidad, y mucho menos quería avergonzarlo a él.

—La ropa ya te la he traído.

Manuel sacó una delicada caja de debajo del asiento y se la entregó, diciéndole en voz baja: —Es un regalo para ti.

—Hoy no es mi cumpleaños, ¿por qué me estás dando un regalo? —María, sin preparación alguna, levantó la mirada hacia él con sorpresa.

Lo curioso fue que, en su mirada brillante, en el rostro guapo y sin emociones de ese hombre, apareció un atisbo
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