Capítulo236
Manuel acababa de entrar en el lujoso salón, cuando escuchó risas vulgares que resonaban por todas partes. Su apuesto rostro gradualmente se volvió frío como un filo de cuchillo.

Aunque se esforzaba por contenerse, en el fondo de sus oscuros y gélidos ojos, pasó fugazmente un rastro de repulsión y hostilidad.

En el amplio sofá de la sala de estar, Balbino estaba medio recostado, sosteniendo en su regazo a una mujer lasciva que mostraba gran parte de su pecho. Con la mano izquierda abrazaba a otra mujer con vestimenta provocativa, explorando lascivamente las partes ocultas de ambas mujeres.

La escena decadente era insoportable de ver.

Ese hombre, que nunca había asumido responsabilidades en su vida, incluso mostrando una apariencia tan madura, aún no podía cambiar su hábito de lidiar con mujeres.

Manuel miró fijamente a Balbino con una mirada indiferente, esbozó una sonrisa irónica y comentó: —No te apresures, tengo algo que discutir contigo.

Balbino resopló fríamente, extendió la mano
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