Capítulo238
El asesino de la madre, Nicolás, huyó a Miraluna y se vio involucrado en un caótico tiroteo entre pandillas, siendo alcanzado por varias balas y abatido en el acto.

María pensó que se estaba equivocando, se quedó parada en la habitación, cerró los ojos con fuerza y los volvió a abrir, mirando fijamente la brillante pantalla del teléfono móvil. Solo vio en la fila del título, claramente escrito, el nombre «Nicolás Morales».

María miró fijamente esas impactantes palabras en la pantalla, así como la cara joven y familiar pero ahora tendida en un charco de sangre en la imagen, temblando incontrolablemente con el teléfono en la palma de la mano.

¡Nicolás realmente murió!

—Clang.

María se quedó completamente paralizada, la fuerza en sus manos parecía haber sido drenada repentinamente, sus dedos se volvieron débiles, el teléfono se le escapó de la palma de la mano y cayó al frío suelo de baldosas, emitiendo un sonido agudo y penetrante.

Aunque Nicolás la lastimó una y otra vez, ella lo odiaba
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