Capítulo225
La mirada profunda de Manuel se posó en ella. Estaban los ojos enrojecidos, la carita bien blanca y tierna, vestía una bata blanca, con el cabello mojado y suave cayendo sobre sus hombros, parecía un pequeño conejito esponjoso, adorable hasta hacerle cosquillas en el corazón.

Su garganta se movió en un silencioso gesto de tragar saliva, y él sonrió ligeramente: —Aquella noche fui un poco demasiado contigo, lo admito. Pero también me lastimaste. ¿Es que nosotros, los hombres, debemos ser heridos por ustedes, las mujeres?

Mientras hablaba, él enrolló lentamente la manga de su camisa, mostrando unos brazos fuertes y musculosos, señalando las marcas moradas en varias áreas. Las presentó ante María una por una.

No era suficiente. Luego, inclinó la cabeza, acercando la mitad de su rostro marcado por el rastro rojo hacia los ojos de María. Resonó fríamente: —Míralo bien. Estas son todas pruebas de cómo me lastimaste.

La piel del hombre era muy clara, con algunas marcas rojas claramente visibl
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