Capítulo157
María se quedó atónita por un momento.

Sentada de manera estupefacta en el suave cojín del coche, permitió que Manuel separara sus labios, exigiendo con fuerza el sabor exclusivo de su dulzura.

Su beso era denso como la lluvia golpeando las hojas de plátano, llegando de manera inesperada y con una intensidad abrumadora. Al parecer, estaba impregnado de una sensación de soledad y desolación que no podía expresarse con palabras.

María percibió agudamente que su estado de ánimo no era bueno. ¿Qué le sucedió a este hombre?

Con los labios sellados por él, María levantó la cabeza para buscar alguna pista en su rostro perfectamente esculpido. Justo cuando levantó la mirada, chocó con unos ojos profundos y ligeramente frescos que la miraban con una luz ondulante.

Al ser descubierta al mirarlo fijamente, María se sintió un tanto incómoda. Instintivamente, colocó la mano en su pecho fuerte y musculoso, tratando de apartarse suavemente, intentando evadir sus besos.

Este gesto de ella, a los ojos
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