Capítulo140
María sintió que su corazón latía fuertemente al verlo, su rostro se volvió tan ardiente como el fuego. Pensó que tal vez estaba empezando a enamorarse de este hombre dominante, fuerte como un león. Estaba en problemas de verdad.

—Aún no he cenado, pero primero quería verte a ti —dijo Manuel, lamiendo sus labios fríos con una maliciosa sensualidad, mientras la miraba de arriba a abajo con sus profundos y misteriosos ojos.

Ella llevaba un conjunto de pijama de peluche de color azul puro, con un cuello adornado con pelo de conejo blanco, resaltando su rostro blanco como la nieve, parecía tan tierna y encantadora que inspiraba compasión.

Viendo cómo Manuel la miraba, los cachetes de María se pusieron rojos y bajó rápidamente la cabeza: —Te he preparado la cena. Voy a llevarla a la mesa para ti.

—Está bien —asintió Manuel después de haberla visto lo suficiente. Agarró la mano derecha de ella y la llevó fuera de la habitación.

Con el dedo índice izquierdo herido envuelto en una venda, y no
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