Capítulo129
Manuel mantenía una expresión fría y serena mientras permitía que María le golpeara y pateara sin sentido. Ignorando su rabieta, la llevó hasta la habitación de invitados. Al extender sus largas piernas, cerró la puerta firmemente.

Dejó a la persona en sus brazos en la suave colcha con un movimiento rápido y preciso. A continuación, su imponente cuerpo, como un relámpago repentino, se aplastó pesadamente sobre María.

María se esforzó por retroceder en la gran cama, con los ojos claros y llenos de vergüenza y enojo, murmuró: —Manuel, ¡no te pases! Yo... no estoy preparada todavía, ¿puedes darme un poco más de tiempo, por favor?

Su rostro pálido, marcado por la pérdida de sangre, mostraba una expresión de desconcierto y su blancura se volvía aún más intensa. Su pequeño corazón latía descontroladamente como si estuviera sufriendo un ataque de manía.

Ella todavía estaba atrapada en los recuerdos dolorosos de aquella noche cuando fue tomada por el hombre desconocido una y otra vez, sintiend
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