Capitulo 3.-

***NARRA GRACE***

Cuando me recuperé totalmente de ese beso, caminé sintiendo que se me doblaban las piernas y me subí a mí auto. Me quedé hundida en el asiento de mi deportivo y como si me propusiera hacerme más daño a mí misma, busqué en una de mis redes sociales a mi amiga Angélica y entonces mi mundo se terminó de ir al demonio, cuando ví que inició una relación con Ángel, al día siguiente de que él y yo terminamos. Lo que me llevaba a pensar que quizás ellos ya se entendieran desde que él era mi novio. 

Estaba furiosa y con miles de pensamientos espantosos dentro de mí, gritando desesperadamente por salir. Me sentía abatida, molesta pero sobretodo completamente estúpida. Decidí no quedarme ahí cómo tonta sentada en mi auto en el estacionamiento, me limpié las lágrimas y traté de calmarme aunque no del todo pude lograrlo, pues en mi mente seguía sintiendo los labios de Nicolás sobre los míos. Quise borrar esa idea de mi mente enseguida y  decidí no irme a mi casa. 

Fui a buscar a otra de mis amigas a Priscila, para convivir un rato y sobre todo para proponerle que fuéramos a ver a Diana, nuestra mejor amiga de sorpresa a Monterrey ese fin de semana. La extrañaba demasiado, Diana, Priscila y yo éramos amigas desde que íbamos al jardín de niños, pero una oferta de trabajo en Monterrey y un chico que la volvió loca nos habían distanciado, pues desde que inició su relación con su chico, no hablábamos mucho que digamos. Lo bueno es que las mejores amigas así pasáramos mucho separadas siempre seríamos amigas. 

Llegando a casa de Priscila, estaba por tocarle la bocina del auto cómo siempre hacía cuando iba a verla, pero no hubo necesidad. Tan pronto me vio se aproximó a mí como si hubiera visto a un fantasma. Apenas pude bajarme de mi auto, cuando me embistió abrazándome y llorando desconsolada.

–Hola Priscila, calma amiga que yo también te he extrañado mucho. No llores que me harás llorar también a mí – Dije consolándola y devolviendo el abrazo – No sabes el día tan terrible que tuve hoy.

–Hola Grace, tampoco sabes el día que tuve. Me siento muy mal, estaba por salir a tú casa de hecho ya ha llegado el taxi que me llevaría contigo, no me sentía capaz de conducir así cómo estoy. Permíteme un momento, le pediré al taxi que se vaya.

Permanecí de pie junto a mi auto, en tanto Priscila le decía al taxista que se retirara, ¿Qué habrá pasado para que Priscila esté tan alterada? Pensé dentro de mí. Ella de pronto volvió a mi lado y nos fuimos a sentar a una zona muy cómoda del jardín de su casa. Justo cuando yo pensaba que ya se le había pasado el episodio de llanto, ella continúo llorando.

–Priscila, por favor dime ¿Qué tienes? Me preocupa verte así – La abracé queriendo tranquilizarla - ¿Terminaste de nuevo con tu novio?

–Grace, cuando te diga lo que tengo te vas a poner igual o peor que yo – Respondió mirándome con tristeza – Hoy por fin tuve noticias de Diana.

–Mira nada más, pues sí me pondré peor que tú. Esa ingrata de Diana quedó de llamarme pero desde que tiene chico, se le olvidó que tiene también a sus dos mejores amigas aquí y que la necesitamos – Manifesté mi molestia – Espero que al menos tenga una buena excusa, para haberte llamado a ti y no tomarse la molestia conmigo ni de enviar un mensaje, ni un W******p, ni nada.

–Grace, es que no me estás entendido. No me ha llamado ella. Me ha llamado un chico llamado Boris quién era amigo de ella.

–Dirás que ese Boris, ¿Es acaso el tipo con el que andaba Diana y por el que nos abandonó? No entiendo amiga, ¿Por qué te llamó él y no ella? – Cuestioné confundida – La verdad yo no sé ni supe nunca el nombre del novio misterioso de nuestra amiga.

–Grace, siéntate por favor que no quiero que te pase nada cuando sepas lo que ha pasado. 

–De acuerdo, ya me senté. Dime por favor que me está matando la duda.

–Diana está muerta y el asesino está prófugo de la justicia – Dijo Priscila así sin anestesia dejándome congelada – Boris es un amigo muy cercano a Diana y me ha llamado hasta ahora que pudo conseguir algún contacto de Diana, para comunicar lo ocurrido. Tengo que ir además a avisar a sus padres, cómo ellos viven aquí y ella estaba sola allá en Monterrey. Soy la primera persona que lo sabe.

–No, no Priscila. Debe de haber un error, ¿Te dejó ese Boris algún número de teléfono? Quiero llamarle, esto debe de ser una broma de muy mal gusto. Está bien que Diana nos abandonara por su novio en cuestión, pero esto de decir que está muerta, se está pasando de la raya con su bromita – Declaré con mucho enojo.

–Grace, no te estaría diciendo esto si no tuviera la seguridad. Tan pronto me he enterado me puse a buscar por mi cuenta en el internet y esto fue lo que he encontrado. Ven, te mostraré y si después de eso no me crees, entonces le llamamos a Boris.

Priscila me condujo a uno de los salones de su casa, dónde tenía su computadora. Nos sentamos frente a ella y tecleó el nombre de nuestra amiga en el buscador de internet, al hacerlo se desplegó la amarga verdad. A Diana la habían asesinado, al parecer su propia pareja causando un incendió en su propia casa, pues sólo su cuerpo apareció en la escena del crimen y eso no era todo, el responsable andaba prófugo de la justicia cómo bien lo había dicho Priscila. No pude contener el llanto y al darme cuenta que todo era cierto y que mi mejor amiga y una de las personas más importantes de mi vida, ya no estaba más en éste mundo.

Abracé a Priscila y lloramos toda la noche y parte de la madrugada, aun negándonos a aceptar esa  espantosa verdad. Me quedé a dormir con ella y por la mañana muy temprano, me retiré a mi casa ya que me gustara o no, tenía que ir a trabajar.

Llegué a mi casa, me bañe, me arreglé y bajé a desayunar lo cual tuve que hacer sin hambre. Ya que estuve lista, me puse de camino a la empresa llegando antes que de costumbre y para mí buena suerte ahí estaba mi padre.

Él apenas me vio entrar a la empresa, caminó a mi lado y entramos juntos a su oficina dónde él tomó su lugar y yo, presa del coraje y de la tristeza que sentía por lo de Diana no tuve ganas ni de tomar asiento. Al mismo tiempo, quise desquitar todo lo que sentía en ese momento, preguntándole a mi padre, sobre él tal Nicolás.

–Hola Grace, ahora sí ya puedo saludar a mi hermosa hija en la privacidad de mi oficina – Me halagó mi padre – No sé qué tienes de nuevo hoy, pero te ves bellísima. Tengo algo de lo que quiero hablar contigo hija, aprovechando que hoy no tengo ningún compromiso y estaré aquí en la empresa, siéntate por favor.

–Hola papá, ¿Quieres dejar los halagos para otra ocasión?, ¿Qué onda con este nuevo tipo que contrataste? Al que además no te dignaste a venir a atender y me dejaste hacerlo todo a mí – Creo que me debes una explicación.

–A eso voy Grace, no te desesperes hija. Nos hemos quedado sin Director de Social Media y éste chico está muy bien recomendado por Lucas Ortiz, quién cada empleado que me ha sugerido para la empresa ha sido un acierto y de lo que quiero hablarte es justamente de eso – Comenzó a explicar mi padre – Quiero que trabajes con él en el Área de Social Media como su asistente y su mano derecha. Llevas ya mucho tiempo trabajando en la empresa y es hora que tengas mayores responsabilidades para cuando te toque asumir la presidencia de la misma, ¿Qué piensas hija?

–Papá creo que no quieres saber lo que pienso. No es para nada bueno, mejor dejémoslo así, ¿Tienes trabajo para mí? – Quise desviar la conversación, sabiendo que iba a salir mal – Ya sé, le preguntaré a Carmen.

–Graciela Zambrano Ávila, te he preguntado algo y quiero que me digas ahora, tu sentir y tu pensar – Exigió mi padre con autoridad.

–Bien, tú lo has querido así papá yo no quería pelear pero ya que es inevitable. Yo soy tu hija y no hay manera en éste mundo en la que yo me rebaje a trabajar bajo las órdenes de ese tipo que además no sé si te das cuenta de que por muy preparado que esté es un pobre diablo papá. Discúlpame pero en esta vida existen los niveles y él está muy por debajo del mío, así que no hay manera en la que acepte trabajar cómo su asistente, ni cómo nada de él.

–Tenías razón Graciela, íbamos a salir muy mal y ahora que sé todo el veneno que llevas dentro, no me dejas otra alternativa. Tendré que hacer contigo, lo que debí hacer hace años. A partir de este momento, tú vienes a trabajar a la empresa no cómo mi hija, sino cómo una empleada más, además de que cancelaré tus tarjetas de crédito y no te daré más dinero que el que te ganes aquí cómo parte de tu sueldo, vas a aprender a ganarte las cosas y a tener humildad. Te tendrá que quedar claro que no eres más que nadie. Ahora entrégame las llaves de tu auto y tú verás la forma de venir a trabajar. Aprenderás a ganarte la vida Graciela, a partir de éste momento, dejas de ser una princesa – Proclamó mi padre con un tono cruel, que nunca había escuchado en él.

–Papá, no te entiendo en serio. No tienes por qué castigarme, cuando tú me pediste que te diera mi opinión – Expresé conteniendo el llanto – Olvida lo que dije y hagamos de cuenta que no me preguntaste nada. Si eso quieres entonces lo haré, trabajaré con ese tipo.

–Ya dije Graciela, ahora sal de mi oficina y espera en el vestíbulo en lo que Carmen va a darte indicaciones – Dijo mi padre fulminándome con la mirada.

Salí corriendo y llorando de su oficina. Bajé corriendo todos los escalones hasta llegar a la planta baja, sin molestarme en tomar el ascensor, cuando de pronto choqué con Nicolás, casi derribándolo al suelo. Él lejos de molestarse al ver cómo me encontraba yo, no dudó en querer ayudarme.

–Señorita Graciela, ¿Le ocurre algo? – Preguntó con su seguridad impresionante – Sé que sin duda, uno de mis besos, sea lo que sea, lo podrá solucionar.

–No joven Nicolás. No me pasa nada. Ahora con su permiso solo quiero tomar aire – Pude apenas responder con un hilo de voz, pero él me atrajo hacía él y estrelló sus labios contra los míos dejándome indefensa ante el contacto por unos segundos.

Finalmente después de sentirme sin defensas ante Nicolás, al fin pude zafarme. Él se quedó de pie mirando cómo me alejaba corriendo y llorando por el estacionamiento, unos instantes antes de correr detrás de mí.

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