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Capítulo 7.- Elena y Lucía tienen una cita romántica en la playa

 

Elena y Lucía despertaron con el sol de Barcelona iluminando suavemente el dormitorio. El sonido de las olas rompiendo a lo lejos y la promesa de un día soleado en la playa les llenaba de emoción.

"Hoy va a ser especial," dijo Lucía con una sonrisa, mirando a Elena. "Tengo una sorpresa para ti."

Elena levantó una ceja intrigada. "¿Una sorpresa? Me encantan tus sorpresas, Lucía."

Después de un desayuno ligero, se prepararon para su día en la playa. Lucía había elegido una playa apartada fuera de la ciudad, un lugar tranquilo y menos conocido que ella adoraba por su belleza natural y serenidad. Tomaron un tren hasta el pequeño pueblo costero y caminaron juntas hacia la playa.

El lugar era perfecto, con arena dorada y aguas cristalinas. Apenas había otras personas, lo que les daba una sensación de privacidad y paz. Extendieron sus toallas y se instalaron bajo la sombra de una palmera.

"Este lugar es increíble," comentó Elena, respirando profundamente el aire salado del mar. "Es exactamente lo que necesitaba."

Lucía sonrió, satisfecha de que a Elena le gustara la sorpresa. "Lo sabía. Quería que tuviéramos un día solo para nosotras, sin distracciones."

Pasaron la mañana relajándose, leyendo libros y hablando de sueños y planes futuros. Elena notó cómo el estrés de sus vidas diarias se desvanecía con el sonido de las olas y la calidez del sol. Sentía que cada momento con Lucía en ese entorno paradisíaco fortalecía su vínculo.

"Es como si el tiempo se hubiera detenido," dijo Elena, cerrando los ojos y dejando que la brisa marina acariciara su rostro. "Podría quedarme aquí para siempre."

"Estoy de acuerdo," respondió Lucía, mirándola con amor. "Aquí, solo tú y yo."

Al mediodía, decidieron tener un picnic. Lucía había preparado una cesta con frutas frescas, queso, pan y una botella de vino blanco. Mientras compartían la comida, rieron y recordaron momentos especiales que habían vivido juntas.

"¿Recuerdas nuestra primera cena?" preguntó Lucía, sonriendo.

"Cómo olvidarlo," respondió Elena, riendo. "Estaba tan nerviosa. Pero valió la pena cada momento."

Después del almuerzo, caminaron descalzas por la orilla, disfrutando de la sensación de la arena y el agua en sus pies. Hablaban y se reían, recogiendo conchas y pequeños tesoros que encontraban en su camino.

Elena se detuvo y miró a Lucía con una expresión seria. "Gracias por esto. Por siempre saber lo que necesito."

Lucía acarició su mejilla. "Estar contigo es lo que me hace más feliz. Quiero que cada día juntos sea especial."

A medida que el sol comenzaba a ponerse, los tonos dorados y rosados pintaban el cielo. Decidieron encender una pequeña fogata y se sentaron juntas, observando el espectáculo natural frente a ellas. La luz de las llamas reflejaba en sus ojos, creando un ambiente mágico.

"Este día ha sido perfecto," dijo Elena, recostándose en el hombro de Lucía.

"Sí, lo ha sido," respondió Lucía, abrazándola con fuerza. "Cada momento contigo es una bendición."

Mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo nocturno, Elena sintió que era el momento perfecto para hablar. "Lucía, quiero que sepas que nunca he estado tan segura de algo en mi vida como lo estoy de ti. Te amo más de lo que puedo expresar con palabras."

Lucía, con los ojos llenos de lágrimas de felicidad, respondió, "Yo también te amo, Elena. Has traído tanta luz y amor a mi vida. Prometo que siempre estaré a tu lado, pase lo que pase."

Sellaron su promesa con un beso bajo las estrellas, sabiendo que su amor era fuerte y verdadero.

La noche avanzó y, eventualmente, decidieron volver a casa. Mientras caminaban hacia el tren, Elena y Lucía no podían dejar de sonreír, agradecidas por el día que habían compartido.

"A veces, los días más simples son los más memorables," dijo Elena, mirando a Lucía.

"Siempre y cuando esté contigo," respondió Lucía, apretando su mano. "Cada día es especial."

Así, Elena y Lucía volvieron a la ciudad, con el corazón lleno de amor y promesas renovadas, sabiendo que siempre encontrarían en la otra su refugio y fuerza para enfrentar cualquier desafío que la vida les presentara. El día en la playa no solo fue un escape perfecto, sino una reafirmación de que su amor podía superar cualquier adversidad, siempre y cuando estuvieran juntas.

De vuelta en la ciudad, Elena y Lucía se sintieron revitalizadas por su día en la playa. La paz y serenidad de ese día les había dado la energía y la fortaleza para enfrentar cualquier cosa que viniera. Decidieron aprovechar ese impulso para planificar más momentos especiales juntas.

Una tarde, mientras Elena trabajaba en su estudio, recibió una llamada inesperada. "Hola, Elena. Soy Lucía. ¿Puedes tomar un descanso y bajar al vestíbulo? Tengo una sorpresa para ti."

Intrigada, Elena dejó su trabajo y bajó rápidamente. Al salir, encontró a Lucía esperándola junto a una motocicleta. "¿Qué es esto?" preguntó Elena, sorprendida y emocionada.

"He pensado en un pequeño recorrido por la ciudad," explicó Lucía con una sonrisa traviesa. "Quiero mostrarte algunos lugares especiales que aún no conoces."

Se subieron a la motocicleta y comenzaron su recorrido. La primera parada fue una encantadora tienda de antigüedades escondida en el barrio de Gracia. "Siempre encuentro tesoros aquí," dijo Lucía mientras entraban. Pasaron un rato explorando la tienda, compartiendo historias sobre los objetos que descubrían.

Luego, se dirigieron a un mercado de agricultores, lleno de puestos coloridos y vibrantes. Compraron frutas frescas, queso y pan, y encontraron un rincón tranquilo donde sentarse y disfrutar de su pequeño picnic improvisado.

Mientras paseaban por el mercado, Lucía notó una figura familiar a lo lejos. "Espera un momento," dijo, tomando la mano de Elena. "¿Es ese... Carlos?"

Carlos era un viejo amigo de Lucía, alguien a quien no había visto en años. "¡Lucía! ¡No puedo creerlo!" exclamó Carlos al verla. Se abrazaron, riendo y poniéndose al día rápidamente.

"Carlos, esta es Elena," dijo Lucía, presentándolos. "Elena, este es Carlos, un viejo amigo mío."

Esa noche, decidieron invitar a Carlos a cenar con ellas. Fueron a un pequeño restaurante familiar que Lucía adoraba. Durante la cena, las risas y las historias fluyeron fácilmente. Carlos compartió anécdotas del pasado de Lucía que Elena nunca había escuchado, creando un vínculo aún más fuerte entre ellos.

"Es genial ver lo feliz que estás, Lucía," dijo Carlos sinceramente. "Y es un placer conocerte, Elena."

De vuelta en el apartamento de Elena, las dos reflexionaron sobre el día. "Me alegra haber visto a Carlos," dijo Lucía. "Es bueno reconectar con el pasado, especialmente cuando el presente es tan maravilloso."

Elena asintió. "Sí, y me encanta descubrir más sobre ti a través de estos encuentros."

"Prometamos seguir explorando y creando recuerdos juntos," dijo Lucía, tomando la mano de Elena.

"Lo prometo," respondió Elena, besándola suavemente.

Cada día juntas, Elena y Lucía se daban cuenta de lo afortunadas que eran de haberse encontrado. Sus vidas, antes tan diferentes, ahora estaban entrelazadas en un viaje lleno de amor, descubrimientos y reencuentros.

Mientras seguían explorando la ciudad y sus corazones, supieron que el verdadero hogar estaba en los momentos compartidos y en el amor que sentían la una por la otra. Con cada nueva experiencia, su relación se hacía más fuerte, y juntas, estaban listas para enfrentar cualquier cosa que el futuro les presentara.

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