El aroma a flores y el sonido de risas llenaban el aire del parque revitalizado, mientras Lucía y Elena disfrutaban de una tranquila tarde de primavera. Habían estado trabajando arduamente en los nuevos proyectos, y ese día decidieron tomarse un tiempo para relajarse y disfrutar del ambiente que habían ayudado a crear.

Mientras paseaban, Lucía notó a un grupo de artistas locales exhibiendo sus obras en un rincón del parque. Al acercarse, sus ojos se encontraron con uno que, a pesar del tiempo y la distancia, la hizo detenerse en seco. Era Sofía, su mejor amiga de la juventud, a quien no había visto en años. Su corazón dio un vuelco de sorpresa y nostalgia.

"Sofía," murmuró Lucía, sintiendo que una mezcla de emociones cruzaba por su mente.

Sofía levantó la vista y sus ojos se iluminaron al reconocer a Lucía. "¡Lucía! No puedo creer que seas tú," exclamó, con una sonrisa amplia que mostró la alegría de un reencuentro.

Las dos se abrazaron con fuerza, el tiempo parecía desvanecerse por u