Era sábado a mediodía cuando Aline preguntó a Álvaro si podía invitar a su prima, la cual se encontraba de visita también en Cuernavaca. La idea no le pareció mal, tener una reunión de amigos les vendría bien, era tiempo de darle la bienvenida a Ernesto después de esos meses que estuvo dormido.
Álvaro y Alondra pasaron la tarde en la cocina preparando algunos bocadillos y clericó para dar la bienvenida a sus invitados.
Unas horas antes Álvaro había recibido llamada de su muy querido amigo Daniel, quien desde hacía unos días se encontraba en la ciudad de México, por lo que Álvaro no dudo en invitarlo a Cuerna a pasar el fin de semana. Fue él el primero en llegar.
—Bienvenido— Álvaro lo abrazó como el cariño de un hermano, era inminente el profundo afecto que sentía hacia él.
Se giró en dirección de su novia, estiró su mano pidiendo que se acercara a ellos.
—Tengo e
Contamos con dos nuevos personajes a la encantadora Azul y al detestable Andrés, parece que Daniel quedó fascinado con esa joven. Saludos con cariño.
Cuando llegó a su final la copla, Álvaro dirigió de la mano a Alondra hasta una de las cómodas sillas de jardín que tenía, sentándose él primero, para luego colocarla sobre sus piernas, mientras la abrazaba. Después de un rato, Andrés se acercó y se integró de la misma manera con los demás. Azul mostró a Daniel sus obras a través de su móvil. — ¿De qué lugar es esa pintura?, la vista se ve maravillosa—Daniel preguntó entusiasmado. —De un pueblo de la ciudad de Tlaxcala, desde un mirador, ahí puedes ver el volcán ‘la Malintzin’ y urbe a sus pies —respondió emocionada. —Cariño, cariño, no comiences a aburrirlos con tus ‘pinturitas’—Andrés se dirigió serio. Azul se quedó estática, al escuchar su comentario. Álvaro y Aline se miraron molestos. La joven observó cómo presionó la mandíbula en diferentes ocasiones mostrando tensión.
El vuelo fue tranquilo, la niña durmió durante el viaje, se despertó al arribar el avión. La camioneta que solicitó Álvaro, ya se encontraba esperándolos, al igual que Edmundo quien la conducía. Álvaro ayudó a su hija a subir, los ojos de la pequeña se abrieron desorbitados al ver que en su interior había un enorme unicornio de peluche, este a su vez sostenía sobre su lomo otro más pequeño. —Wow —escuchó a su hija sorprendida. — ¿Te gustan? —Si —respondió emocionada. —Me alegro, son dos porque no podrás llevar al grande contigo, pero al pequeño lo podrás trasladar a donde salgas o estés en casa, así te acordarás de mí siempre. —Álvaro besó la frente de su Pau y miró a Edmundo, aprobando los peluches que había elegido para su hija. —Así lo haré papi. Al llegar a la casa de Amanda, Álvaro cargó el enorme unicornio, mient
Álvaro estuvo hospitalizado el resto del sábado, domingo y lunes. Abrió los ojos, después de permanecer sedado casi todo el fin de semana sintiendo una sensación extraña, movió la cabeza de un lado a otro. —Tranquilo. —Alondra susurró acariciando su mejilla. Álvaro la observó extraño «¿Por qué lo miraba con los ojos llorosos?, se cuestionó. Lucía ojerosa y agotada. Entonces un vago recuerdo llegó a él. «Amanda acercándose a él, susurrándole algo al oído, pero no pudo recordar que era. Una jaqueca se hizo presente, tocó su cabeza por el malestar, cualquier ruido taladraba sus oídos, sin embargo, las cálidas caricias de Alondra lo reconfortaban. —Yo no puedo ser el causante de tus lágrimas —Álvaro habló bajito—no llores por favor Al. —Solo estaba preocupada por ti, amor—Alondra lo miró con dulzura. — ¿No sé qué sucedió? —Álvaro sintió confusión—, pero yo me prometí que a
Montreal, Canadá, tres días después. Aquella mujer misteriosa de mirada acuosa atendía una llamada desde sus oficinas, cuando Nicole su asistente tocó a su puerta. —Perdón que la interrumpa señora Farah, pero la busca un hombre, dice que viene por parte de Interpol México, pidió hablar con usted. — ¿Te explicó para qué? —preguntó curiosa. —No, dijo que es algo personal— Farah se quedó pensativa unos segundos—, hazlo que pase por favor. Observó a un hombre vestido de traje, alto de edad madura, entrar a su oficina. —Teniente Arnulfo Alvarado. —Extendió su mano. —Un placer Farah Guaida— Se presentó y correspondió a su saludo—, tome asiento teniente por favor—ella pidió amable. Arnulfo se sentó, observó la hermosa oficina que tenía aquella mujer, sonrió al ver una foto sobre su e
Álvaro esperaba paciente a que Paula María contestara su llamada, marcó en dos ocasiones, hasta que al tercer intento por fin respondió. —Cariño ¿dónde andas? —preguntó. —Lo siento papi. La tristeza que detectó en su voz, lo hizo estremecerse. — ¿Qué sucede, por qué estás triste? La voz de la pequeña se rompió. —Extraño estar contigo— Sollozó. — ¿Es solo eso, oh hay algo más? —Álvaro preguntó alertando sus sentidos—. Te amo hija. —Y yo a ti, papi. — ¿Dime que hacías, porque no respondías a tiempo? —Yo… estaba… Las alarmas de Álvaro se dispararon al escucharla dudar en sus respuestas. — ¿Sabes que puedes contar conmigo, verdad? —Si —la niña suspiró desalentada. Álvaro pudo detectarlo, sinti
Eran las siete de la mañana del día siguiente cuando Álvaro y Alondra volaban hacia Ensenada, Baja California, solo era cuestión de tres horas para que llegaran a su destino.Desayunaron algo rápido en el aeropuerto y se dirigieron de inmediato hacia la casa donde habitaba su pequeña. Álvaro abrió la entrada exterior, dando el paso a su chica, entrelazó sus manos y se encaminaron hacia la puerta principal y abrió. Observaron a un joven recostado, sobre alguien besándose apasionados. Tomó uno de los adornos preferidos de Amanda y lo arrojó al piso furioso. —Interrumpimos —gritó crispado. La joven empujó al varón con el que había pasado la noche, se acomodó la blusa y se sentó asustada. — ¿Quién es usted? —preguntó. —Soy el hombre que paga tu sueldo y esta casa— La miró rabioso. Alondra al verlo tan ofuscado se dirigió a él tomándolo de la mano
Álvaro se levantó en punto de las 5:00 am con intención de salir al gimnasio, pero prefirió hacer una visita a la habitación de su chica. Tomó la tarjeta de su alcoba y la de Alondra, entonces sonrió al pensar en tenerla entre sus brazos. Entró sin hacer ruido, observó las camas y las vio vacías, eso lo hizo sentir escalofríos, sabía que cuando ella podía dormía un poco más. Caminó en dirección al tocador, pero fue el movimiento de la cortina en el balcón lo que lo hizo revirar hacia allá. La vio sentada sobre un sillón observando atenta al mar. La joven se sorprendió al verlo, sonrió, y regresó su mirada a esas majestuosas aguas, el sonido era algo especial para ella, ver como caían en picada las olas, la hacían sentirse en una especie de trance. —Yo… nunca había visto algo tan hermoso y espectacular— Su voz arrastraba las palabras por la emoción. Álvaro se reprendió m
Álvaro sabía que no podía llevarse a María Paula en ese momento, contrató al mejor abogado que sabía que había ‘Daniel’ y lo puso al tanto de la situación de su hija presentando las pruebas que tenía, además de acusar a Amanda de alienación parental. Sabía que reunía todos los elementos que requería para proceder de manera legal. Amanda llegó 4 horas después de la llamada, que había recibido con los ojos hinchados. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, observó a ese majestuoso hombre acercarse a ella. No pudo evitar admitir lo mucho que le seguía robando el aliento, vestido en esas bermudas y esa camisa entallada, marcando su abdomen bien labrado, pudo ver también cómo se notaban sus bíceps definidos «¿En qué momento me fuiste a cachar en la cama con es joven?», se lamentó. Álvaro se acercó a ella de manera seria, caminaron hacia el bar del hotel, tomaron una mesa lejana y conversar sin ser interrumpidos.