El navío continúa su curso hacia el puerto de Goldland, esta vez sin ningún contratiempo. El sol termina de ocultarse y en compañía de la oscuridad y las estrellas arriban a la costa.La puerta del camarote se abre y Adrián, desde el escritorio, le hace una señal a Thomas, quien rápidamente se quita los auriculares y los esconde junto al reproductor.—Bueno muchachos —dice Robert mientras el barco se detiene y se escucha como los barriles comienzan a rodar—. Por fin hemos llegado a Goldland.Los muchachos se miran con picardía, comienzan a ponerse sus abrigos y se equipan con sus armas. Después de haber limado algunas asperezas parece que vuelven a ser el dúo que eran.Juntos descienden del navío y allí los espera Viktor. Los durmientes aprovechan para dar una primera mirada a aquel entorno hasta ahora desconocido.La luz de una gran luna se refleja sobre las armaduras que llevan unos corpulentos hombres que se dirigen hacia ellos. A unos kilómetros de ellos, pueden ver a la gran flot
Antes de que llame la atención de alguien, Thomas se aferra al colgante.Como en un parpadeo, algo cambia en la biblioteca. Thomas se encuentra completamente solo. La princesa Mileena, como toda persona que se encontraba allí desaparece. El suelo comienza a temblar con gran fuerza, las estanterías comienzan a sacudirse. Uno a uno comienzan a caerse los libros en forma aleatoria. Pero no lo hacen por el temblor, sino porque son empujados por unas ramas que comienzan a crecer como desde dentro de la madera. Las ramas comienzan a entrelazarse unas con otras y en ese momento una sensación de lo más extraña llega a la mano que contiene la runa. Al igual que los enormes tallos que crecen lo hace su mano, que va aumentando su tamaño descomunalmente, al punto de hacerle perder el equilibrio por su peso, tirándolo al suelo. El golpe es duro y lo obliga a cerrar sus ojos por el dolor. Al abrirlos, todo ha vuelto a la normalidad. Se encuentra parado frente a la bella Mileena, sosteniendo la runa
Si bien el camino a casa es relativamente corto, al igual que lo fueron sus desmayos, la decisión de Robert de volver en taxi desde el instituto se lleva a cabo.Ambos viajan en el asiento trasero callados mientras el taxista los observa por el espejo retrovisor. El hecho del paso del tiempo los ha dejado totalmente desconcertados. Por más que el oráculo se lo haya advertido a Thomas, no es lo mismo vivirlo en carne propia.Desde que despertaron en Galuar habían vivido casi un día entero de viaje, conociendo gente, paisajes increíbles y criaturas aterradoras. Acá, fueron tan solo unos minutos y sus miradas son el reflejo de aquella perturbación.Thomas, que se encuentra sentado detrás del conductor, estira su brazo hasta llegar a su amigo.—El morral quedó allí —le dice preocupado.De haber llegado despiertos a Galuar, hubiera guardado el morral en aquel cajón del armario, ya que es el único medio que conocen para transportar cosas de un mundo al otro. Su idea era traer las runas a Ca
—Sí ma, no fue nada —contesta Thomas. Ahora pasan otras cosas por su cabeza como para tener que ocuparse de la preocupación de su madre.Robert se había encargado de ponerla al tanto de lo sucedido y ella ya se había puesto en contacto con el doctor Parker.—Voy a mi habitación. Quiero descansar un poco —aunque solo piensa en toda esta locura, reconoce que para su madre no debe de ser fácil la situación. Antes de subir se acerca a ella y le da un cariñoso abrazo. Margareth no puede contener sus lágrimas de preocupación.Thomas sube rápidamente la escalera, cruza la puerta de su cuarto y, luego de arrojar la mochila a un rincón, se dirige directamente hacia su consola de videojuegos. Apurado abre la tapa y comprueba que “Guerrero en las sombras” sigue ahí.No duda un instante, ya conectada y encendida se sienta al pie de su cama, como de costumbre, con la compañía de Tankian a su lado. > piensa mientras la pantalla de carga se ve en la tv.La presentación del
Thomas está en Galuar, recorriendo tranquilamente sus calles cuando escucha un chistido.—Thomas —lo llama alguien desde un arbusto. El durmiente se acerca hacia él.—Thomas, tengo algo para usted —le informa sin salir de donde está. Extiende su mano ya saliendo del arbusto con un sobre en ella. Quien lo entrega no permite verse y Thomas se limita a tomar el sobre. Es evidente que lleva algo dentro, pero no existe ninguna descripción que diga quien la envía. Solo puede ver el lacre que la cierra con un sello que muestra el emblema de Goldland.—¿Quién la envía? —cuestiona el muchacho.—Es para usted —le responde desde el arbusto.—Eso ya lo dijo, ¿Quién la envía? —insiste con la pregunta.—Es para usted —vuelve a contestar incoherentemente.Thomas introduce su otra mano en el arbusto y abre un hueco en las ramas. Dentro no hay nadie. Intenta lo mismo unos centímetros hacia la derecha y lo mismo, nadie está allí. Sin entender y con un gesto de desgano se aleja rumbo a su casa.Ya encer
Todos, incluyendo a Algodón, desvían la vista hacia la única persona que pareció moverse. Adrián detiene su arco frente a él, la cuerda aún tiembla luego de tan certero disparo.En el campo de entrenamiento el silencio es abrumador, todos habían dejado lo que estaban haciendo para mirar al durmiente, quien lleva cara de no creer ni él el disparo que acaba de efectuar, mientras Thomas continúa pensando que esa niña pudo haberlo matado en un simple entrenamiento. La de apariencia tan indefensa parece ser más letal que muchos allí.Viktor se adentra en el círculo que forman los presentes y así da por finalizado el combate.—¡Thomas y Adrián, vengan conmigo —dice el guardián— ¡Los demás continúen con el entrenamiento!Los tres caminan juntos en dirección a las dianas de tiro con arco.—La verdad me has sorprendido Thomas —lo felicita con una palmada en su espalda—. Y tú, vamos a ver si ese tiro no fue pura suerte.Al llegar al sector quienes entrenan se hacen a un lado y los tres se ubica
En algún lugar, desconocido por todo ser humano, se encuentra el oráculo junto al gran Nukkuja.—El momento ha llegado —dice aquel gran ser sentado en su trono hecho íntegramente de huesos, sumergido en las sombras.—Sí que fuimos pacientes —agrega el oráculo parado junto a él—. Mil años han pasado.El gran Nukkuja se pone de pie, debido a su altura es imponente. Inclinando su torso hacia adelante camina unos pasos y se ubica al borde de una gran caída, dejándose ver, iluminado por el fuego de dos antorchas dispuestas una a cada lado.Lo imponente ya deja de ser solo por su tamaño. Su musculatura es demencial y su rostro, al igual que su cuerpo, una mezcla entre humano y naturaleza. Raíces cuelgan de su mentón formando una sucia barba, al igual que lo que sería su pelo. Su expresión es realmente atemorizante, unos dientes filosos decoran sus fauces y sus ojos, a diferencia de las demás criaturas son de un verde brillante que acompaña perfectamente el color verdoso que lleva en su cuer
Destruyendo alianzas Un pacto milenario se ha roto. El suelo prohibido ya no es respetado, ni por la naturaleza, ni por el ser humano y las cartas están jugadas de ambos lados. Mientras que la corona continúa enfocada en su único sospechoso y Galuar planea rescatar al durmiente, el reino natural continúa haciendo desaparecer gente siempre que tiene oportunidad. Goldland busca aliarse con Seedtown, pero Patrick Harrison no parece estar muy de acuerdo, debido a su gran amistad con Robert. El herrero junto a la comandante Elizabeth organizan cómo y con qué propósitos se dirigirán a Goldland. Mas de mil años la naturaleza ha esperado poder comenzar con la recuperación de lo que les pertenece. Tienen la certeza de que este no es el mundo de los humanos y que estamos aquí solo por casualidad. No somos necesarios para sustentar el planeta, al contrario, nos encargamos de deteriorarlo cada vez más. En cambio, ellos, quienes son el sustento natural, están dispuestos a recuperarlo todo. L