Estoy segura de haber encontrado mi sitio perfecto en el mundo, y es entre sus brazos. El sol golpea sobre nuestros cuerpos, pero son definitivamente sus besos los que me hacen arder — amo el aroma de tu piel — me dice al oído y besa mi hombro.
— Y a mí me gustas todo tú... amo estar así contigo. — confieso y amarro mis brazos por encima de los suyos a la altura de mis pechos.
He intentado entrar en absoluto silencio a la casa, pero ni mis mejores esfuerzos han sido suficientes cuando al entrar me encuentro a mi padre sentado en la sala mirando televisión —Hija, ¿dónde has estado? — pregunta al verme y entrecierra sus ojos –te has bronceado... ¿estabas en la playa? — continúa indagando.Me acerco a él, le saludo rápidamente y sonrió –sí papá, estaba en la playa con algunas amigas y me he bronceado más de la cuenta. — miento y pongo mi mejor cara de póker —iré a ducharme y luego a dormir; estoy muerta. — me invento. Al día siguiente:Estoy sentada entre sus piernas en este sillón del jardín, la brisa hace que el calor no sea tan sofocante, pero sus besos en mi cuello hacen que mi piel arda— me gusta mucho tenerte así — me susurra al oído y sonrió. Al día siguiente:Ayer no podía admitirle a Lucas que estaba nerviosa, pero hoy ya no lo puedo esconder ni siquiera a mí misma. Mis manos temblorosas suben la cremallera de mi vestido color negro que llega hasta arriba de mis rodillas. Intento tranquilizarme, aunque sea un poco, pero es prácticamente imposible; hoy comienza todo y sólo puedo rogar intentar mantener el control de la situación el mayor tiempo posible. Respiro profundo, me miro al espejo 45. Promesas
46. Descubrir Sus Secretos
Es el solo hecho de entrar a su oficina y sentir su mirada sobre mi nuevamente lo que hace que mi cuerpo tiemble, «¿es posible tenerle tanto miedo a alguien? Supongo que si... sobre todo cuando sabes de lo que esa persona es capaz de hacer, ¿no?»—Sienna, acércate... prometo que no muerdo — dice con un tono sarcástico al notar que me he quedado inmóvil en la entrada de su oficina.«Siento muchísimas ganas de decirle que lo que menos miedo me da es que me muerda, pero no puedo...»—Sí, discul
Auto de lujo, restaurante elegante, y atención del más alto nivel, esa es la consecuencia de venir a almorzar con Raúl Sandoval. Pretende ser un caballero y me pide que sea yo quien camine delante de él pero, no puedo fiarme, de seguro está mirándome como camino y no quiero ni pensar lo que debe pasar por su mente, los hombres como él son así, si es que se le puede llamar hombre a este sujeto.Observo a mi alrededor y todo el mundo aquí parece ser
El día se ha hecho eterno y es tan sólo el primero de los muchos que me esperan hasta poder tener la información que necesito acerca de él. Finalmente estoy saliendo de este infierno para ir hacia mí paraíso personal llamado Lucas Sandonini. Aun se me hace extraño que Lucas se haya convertido en eso para mí después de lo mucho que me ha hecho sufrir, pero estoy enamorada de él y supongo que el amor te hace perdonar muchas cosas, ¿no?El calor de Miami es infernal el día de hoy, hace más calor que de costumbre y mi ropa de oficina no me ayuda mucho a sentirme mejor, pero afortunadamente al subir al auto y encender el aire acondicionado al máximo todo mejora.
Besarlo es lo más cercano a tocar las estrellas, y sus manos comenzando su travesía por mi cuerpo me eleva a otra galaxia, una donde todo lo que estamos atravesando deja de existir. Abandona mis labios por tan solo un instante y es tan solo para provocarme más. Sentirlos en mi cuello hace que mis pies dejen de tocar el suelo. Comienzo a perderme en las sensaciones que provoca en mí y él lo sabe muy bien.Sus expertas manos van deshaciéndose de mi ropa de una manera lenta, pero muy sensual. Me hace sentir deseada y todo empeora cuando muerde mi lóbulo —me muero por ti. — Me susurra.—Yo por ti Lucas...— consigo de
—No me has respondido— me dice al oído mientras me tiene sentada entre sus piernas y me abraza con fuerza.Apoyo mi cabeza sobre su pecho y sonrió cuando escucho su espalda golpear un poco más fuerte de lo debido contra el respaldar de la cama. —¿Estás bien?— pregunto entre risas.—Sí, sólo me he apoyado con más fuerza de la que debí — me responde mientras ríe también y debo acomodarme de tal manera para poder mirarle a los ojos. Esos ojos azules... su sonrisa... sus pectorales... es que definitivamente es tan guapo... —no me has respondido, ¿te mudas conmigo?