¿Amas a mi hija?

"¿Eh, eh, qué pasa aquí?", preguntó confundido.

La mujer, que parecía más joven que sus cuarenta años, se apresuró a acercarse a Rania y se sentó a su lado.

"Vamos, despierta, Edrick es guapísimo, ¿no?", la persuadió.

Rania frunció el ceño con desgana, sabía que Edrick era realmente guapo, pero su corazón ya estaba dolido. Ser rechazada una y otra vez la había puesto furiosa, y el colmo fue que Edrick no apreciara su comida, aunque se había esforzado mucho en prepararla.

"Mamá, estoy cansada. Tú quédate con él, de todas formas, él prefiere estar con papá, no conmigo."

La joven se cubrió la cara con la almohada, realmente no tenía ganas de salir de la habitación.

Al ver la terquedad de Rania, la señora Rika finalmente se rindió. Inútil. Una palabra que la definía perfectamente, porque sabía exactamente cómo era su hija. Mil ruegos no la convencerían.

La señora Rika se levantó de su asiento y se fue dejando a Rania en su habitación, llena de inquietud, angustia y tristeza. Si se dejara
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