Rafael parpadeó cuando sintió que Anna se movía. Había dormido tan profundamente la noche anterior porque Anna lo había perdonado.

Rafael miró fijamente el rostro de su esposa, que todavía estaba profundamente dormida en sus brazos. "Me has torturado durante días, así que no me culpes si te voy a torturar a cambio", murmuró mientras sus manos jugaban bajo las mantas.

Anna volvió a moverse, sus ojos se abrieron completamente cuando Rafael ya había cambiado de posición.

"Cari-"

Rafael le tapó la boca a Anna y no perdió el tiempo.

El aire frío de Ubud por la mañana de repente se calentó, el sudor empapó los cuerpos de las dos personas que estaban saciando su nostalgia, una profunda nostalgia después de la piedra de tropiezo que había hecho que ambos se distanciaran.

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Rafael tomó la mano de Anna mientras bajaban las escaleras, ya habían pasado el desayuno. La sonrisa no se desvaneció de los labios de Rafael, en contraste con Anna, que parecía pálida. Rafael realmente la había torturado