OliverNo hizo falta más que un par de miradas hacia la casa de la profesora para ver que Harper estaba sentada en la ventana, mirándome. Sus ojos eran intensos, incluso desde el otro lado del camino de entrada. Reduje la velocidad de mis movimientos, alargando el tiempo que pasé con la toalla sobre
Peter me había enviado varios correos electrónicos sobre el tema. Los escaneé todos y los documentos adjuntos que los acompañaban. No me tomó mucho tiempo encontrar el problema.Como sospechaba, fue sólo un malentendido común. Me tomó unos minutos volver a redactar los archivos y describir dónde hab
*Harper*—Haz tus necesidades, Cocoa —insté al perrito. Habíamos salido a caminar por el vecindario y cuando regresábamos, ella seguía actuando como si tuviera que ir, así que la solté en el patio trasero, esperando que lo hiciera. De verdad necesitaba llegar a la tienda antes de que cerrara. Cocoa
—Buena chica —dijo, con la voz tan temblorosa como su mano.—Harper, ¿estás bien? —Yo pregunté.Ella jadeó y levantó sus ojos hacia los míos. Sus mejillas se pusieron rojas, pero su mano apretó con más fuerza mi camisa. Fue como si de repente se diera cuenta de lo cerca que estábamos, pero no se atr
*Harper*¡Lo besé! ¡Y estaba medio desnudo, parado allí envuelto en su toalla! Estaba tratando de no ser demasiado obvio al mirar hacia abajo.¿¡En qué estaba pensando!? Oliver me había sacado de la piscina; él me había salvado. ¿Fue solo gratitud?Cuando me retiré, vi lo sorprendido que estaba. Ima
Gemí un poco cuando sus manos se movieron hacia mis senos, tomándolos y pellizcando mis pezones.Se detuvo por un momento y buscó a tientas en el cajón de la mesita de noche, sonriendo cuando encontró un condón allí. Supongo que la profesora siempre estuvo preparada.Cuando regresó a mí en la cama y
*Harper*—¿Un error? ¿Qué quieres decir? —Yo pregunté. Me crucé de brazos.—Quiero decir, no debería haber dejado que las cosas llegaran tan lejos —dijo con firmeza.—¿No deberías haber dejado pasar las cosas? Esto era algo que ambos queríamos —dije, señalando la cama desordenada.—Sí, lo quería. Yo
Harper era una mujer joven y dulce. Ella no necesitaba ser arrastrada a mi complicado mundo. Yo no la sometería a eso.Gruñendo, agarré una escoba y comencé a barrer las canicas. Algunos lograron llegar al recogedor, otros se deslizaron aún más. Los golpeé furiosamente con la escoba.En mi mente vi