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Consciente de que su bravuconería la iba a meter en problemas, Liya tomó un sorbo de vino y casi se atraganta con él mientras el hombre al final de la mesa permanecía impasible.

¿- Ya está? ¿Te has calmado?

¡- No! No del todo su alteza, confesó ella, sentándose en la silla; Me cuesta entender tu frialdad hacia mí.

- No tengo frío, señorita Gray, yo.

- ¿Señorita Gray? Repitió Liya cada vez más herida; Veo que estamos volviendo a las formalidades del principio.

- ¡Déjate de infantilismos! ¡Gruñó, girando su mirada en su dirección sin sospechar que sus ojos estaban fijos en los de ella; Claro que me duele tu partida, pero no hago sentimientos! Lamento decepcionarte, Liya, pero no esperes que llore.

Herida, Liya sintió como si la hubieran golpeado en el corazón. Pero, ¿qué debería esperar ella?

Zhayar era frío, insensible cuando quería. ¿Por qué diablos había pensado que tendría un pequeño lugar en su vida? Un recuerdo…

- No estoy decepcionada, solo herida, susurró ella con una voz que es
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