— Solo tengo un hermano, Gabriel. Así que nunca me vuelvas a decir hermana Clarissa. No tenemos ningún parentesco para que me llames de ese modo. La voz de Clarissa era cortante. —Si tienes algo que decir, espérate mejor a que terminemos de comer. Deja comer con tranquilidad a los demás y no jodas. Giulia solo pudo asentir, queriendo dar lástima. Luca, en un intento de consolarla, le buscó un asiento junto a él y, con cuidado, le sirvió un tazón de caldo de pollo. Cinco años de matrimonio, y Luca jamás había hecho algo así por Clarissa. ¿En qué momento se le había ocurrido tener esperanza de que fuera diferente? Ya estaban a punto de divorciarse, y aun así, por un instante, se había permitido esperar algo más. Clarissa bajó la vista. Con el cuchillo y el tenedor cortó el pastel en su plato, pero al probarlo, su expresión cambió un poco. Esencia de rosa. Sintió una punzada de ironía. La familia Ferrucho quería complacerla, eligiendo con mucho cuidado cada plato par
—¿No es esto lo que realmente querías? ¿Convertirte en la esposa de Luca gracias a tu hijo? Clarissa miró fijamente a Giulia. La joven parecía indefensa, con la cara pálida y los ojos llenos de lágrimas, como si fuera una víctima. Pero Clarissa sabía que todo era una farsa. Detrás de esa máscara de fragilidad, podía ver claramente algo oculto en su mirada, podía ver que se estaba burlando de ella. Clarissa extendió la mano y agarró con fuerza el mentón de Giulia, inclinándose hacia ella. Giulia sintió que su respiración se volvía agitada, y con voz temblorosa la llamó: —Hermanita Clarissa… Clarissa sonrió con desprecio. —Tratar de engañarme a estas horas del partido es ridículo, mosquita muerta. Su tono era suave, pero sus palabras eran como golpes. —No necesitas abortar. Ten a tu hijo. Vas a ser la esposa de Luca. Cada palabra era como una daga al corazón de Giulia. —Lo sabes bien. Ahora que estás embarazada de su hijo, Luca hará cualquier cosa por ti y por s
Enrico y Caterina pensaron que Luca se había vuelto loco. ¿Acaso podía hacer lo que se le diera la gana? ¿Tener un hijo y luego dárselo a Clarissa? ¿Existía un mundo donde Clarissa lo aceptaría? Ella tenía pruebas de su infidelidad y, con un hijo como prueba irrefutable, podía pedir el divorcio en cualquier momento. Si eso pasaba, la familia Ferrucho quedaría sin nada. Giulia también sintió que Luca había perdido la cabeza. Su plan era claro: usar su “embarazo” para obligar a Luca a divorciarse de Clarissa y quedarse con ella. Pero nunca imaginó que, en lugar de eso, Luca insistiera en no divorciarse y además quisiera darle el bebé a Clarissa. No podía decir que no sin delatarse, así que solo pudo seguir actuando y fingir que estaba de acuerdo, con lágrimas en los ojos y una actitud de mártir. Luca estaba decidido. Ni Enrico ni Caterina pudieron detenerlo. No hubo otra opción más que cancelar la rueda de prensa y ofrecer un par de regalos a los periodistas para evit
Giulia se agarró el vientre y soltó un grito de dolor. Y tal cual hubiese recibido un golpe, cayó al suelo, y entre sus piernas comenzó a formarse una gran mancha de sangre. Gota a gota. La sangre corría por el pavimento. El rojo intenso se reflejaba en los ojos de Clarissa. —¡Ayúdenme por el amor de Dios… me duele mucho…! —Giulia lloraba, su voz daba escalofríos. —Mi… bebé… Mi criaturita… Se encogió sobre sí misma, temblando, con las manos presionando su vientre con desesperación. Su piel estaba pálida como el papel, los ojos enrojecidos, las lágrimas corriendo sin control por su cara. Extendió una mano temblorosa, tratando de agarrarse del tobillo de Clarissa. —Clarissa… por favor… ayúdame… La sangre empapaba su vestido blanco, formando una mancha roja que parecía una rosa gigante. Clarissa se quedó inmóvil, su cuerpo no respondía. Su mente intentaba entender lo que acababa de pasar. No había hecho nada. Giulia se había caído sola. Pero, en medio de su
Luca entró furioso a su oficina, empujando la puerta con fuerza. Sin hacer caso a los intentos de su secretaria por detenerlo, salió corriendo del edificio del Grupo Financiero Ferrucho. Los empleados se miraron, nerviosos. Todos podían adivinar la razón de su enojo. Cuando llegó al hotel, Luca llamó de inmediato a Clarissa. La rabia lo impedía pensar con claridad, y su voz era intimidante. —¡Clarissa! ¡Baja ahora mismo! Tenemos que hablar ahora mismo Ella no podía escapar de esto. Necesitaba darle una explicación. Pero Clarissa no tenía intención de huir. Bajó a la entrada y, al salir por la puerta del hotel, notó que había muchas más personas de lo normal en los alrededores. Entre ellos, varios periodistas. Habían encontrado la ubicación gracias al video. Y era pues lo que habían estado esperando. El corazón de Clarissa se apretó por un instante. No tuvo tiempo de reaccionar antes de que Luca diera un paso al frente y agarrara con fuerza su muñeca. La e
Si Giulia en verdad había perdido al bebé, entonces fue a propósito para culpar a Clarissa y poner a Luca en su contra. Pero si nunca había estado embarazada y las pruebas de sangre no coincidían con su ADN… Entonces, Clarissa no pensaba dejarla ir tan fácilmente. Le haría pagar por lo que había hecho. En el hospital. Giulia estaba recostada en la cama, sosteniendo un espejo frente a su cara. Sus ojos hinchados por el llanto reflejaban una frialdad que daba miedo. Lentamente, bajó la mano y acarició su vientre plano, soltando una risa burlona. —Después de todo esto, Luca por fin verá lo “cruel” que es Clarissa. —Es tan impulsivo… Seguro que no dudará en divorciarse de ella. Se pasó los dedos por los párpados enrojecidos. Había llorado tanto que sus ojos ardían, pero no le importaba. En cambio, de su garganta salieron carcajadas ahogadas, llenas de satisfacción. ¿De verdad estaba embarazada? Por supuesto que no. Luca siempre era cuidadoso, asegurándose de que t
Sin embargo, aún no podía dejar que sus padres se enteraran. Desde temprano, Luca había dado órdenes en el Grupo Financiero Ferrucho para que nadie mencionara el escándalo de las redes sociales frente a Enrico. Esperaría hasta después del divorcio para explicarlo en persona. Después de todo, esta vez, la culpa en serio era de Clarissa. Estaba seguro de que su padre lo entendería. Mientras tanto, en internet, el escándalo de la familia Ferrucho estaba en boca de todos. Incluso en la sala de descanso del edificio del Grupo Santoro, los empleados no paraban de hablar sobre el tema mientras comían. —¿Oyeron lo que pasó con los Ferrucho? —¿Cómo no saberlo? Luca siempre presumía de su esposa como si fuera un trofeo. Y ahora míralo, ella le ha causado un desastre. —Yo escuché que la mujer que perdió al bebé era su amante. —Incluso si lo era, ¡no puedes hacer algo tan cruel! ¿Golpear a alguien que está embarazada? Eso es un delito en cualquier lugar. Algunos empleados se
Las palabras de Giovanni hicieron que Maxence se pusiera a pensar profundamente. Esta vez, él había sido imprudente. Clarissa quería divorciarse, pero Luca no aceptaba la idea de separarse de ella, así de bien estaba el matrimonio.Ahora que se había hecho público que Giulia había sido forzada a abortar, Luca de seguro se enfurecería y, en un arranque de ira, pediría el divorcio. Las personas con algo de dinero suelen preocuparse mucho por su reputación, por eso el Grupo Financiero Ferrucho hace tanto por la caridad y crea anuncios para mostrar sus buenas acciones, manteniendo a la familia Ferrucho en las redes sociales. Los padres de Luca no permitirían el divorcio, y aunque sí llegaran a divorciarse, la culpable sería, sin duda, Clarissa, no Luca. Forzar un aborto y ser mal vista por toda la red... un error tan grande justificaría el divorcio. Maxence ya sabía lo que debía hacer a continuación. Ahora, Clarissa es la que está siendo acosada por todas las redes sociales,