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Helena estuvo callada tanto tiempo que Henry pensó que se había vuelto a quedar dormida. La forma en que se acurrucó más cuando él le pasó el pulgar por la mejilla corroboró aún más la teoría. Pero justo cuando iba a levantarla en brazos y llevarla a una habitación y a la cama, ella lo miró y sonrió disculpándose.

—Lo siento. Es que no sé por dónde empezar. Es la primera vez que voy a hablar de ellos en casi diez años. Bueno, se lo conté a Gail, pero ella no cuenta. ¿Verdad?

Henry no sabía lo que estaba pasando, pero tenía la sensación de que estaba nerviosa. Pudo ver cómo se retorcía las manos. Su nerviosismo le preocupaba, pero se daba cuenta de que necesitaba desahogarse. Era un tema muy importante para ella. Algo que tenía un impacto obvio en ella si se tenían en cuenta sus constantes preocupaciones de que él era un padre ausente.

Con la esperanza de calmar sus nervios, su mano libre tomó una de las manos de ella y la apretó.

—No, no es así, cariño—, dijo en respuesta a su pregunt
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