Soy fiel a mi esposa

—¡Salud, señor Dereck! Seguramente hará que estas mujeres terminen como asistentes de seguridad... ¡jajaja!— se rió otro de los guardias.

Dereck tomó el cheque que Paola había extendido y miró las cifras.

—1000000000000000000000000000000...—

Las cifras parecían interminables. Confundido, Dereck levantó la vista hacia Paola.

—¿Qué es esto? Estos ceros nunca terminan—, dijo con incredulidad.

—Si puedes pagar mil millones de dólares mil millones de veces, la empresa será tuya—, respondió Paola con una sonrisa tranquila.

—¡Mierda! ¿Te estás burlando de mí? ¿Cómo demonios voy a pagar mil millones de dólares mil millones de veces para comprar esta empresa?— exclamó Dereck, furioso.

—Entonces, no eres capaz de comprarla—, dijo Paola con frialdad. —Dereck, es obvio que tienes problemas de ira. Esta oficina ya es un desastre. Antes de que crees más desorden, te aconsejo que vayas a casa y le entregues a Martha esa carta.

Sin más, Paola le dio la espalda y regresó a su oficina.

Para Dereck, tod
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