Jamás lo perdonaría

—¡Tráeme la bomba! —exigió Dereck, y de inmediato le entregaron un gran arma que lanzaba una bomba. La colocó cuidadosamente en dirección al avión que aún volaba en el aire.

Irvin, desde donde se encontraba, gritó desesperado:

—¡Jefe, no dispares!

Dereck ignoró su súplica y siguió apuntando el arma al avión.

—La señorita Cleo está ahí.

—Lo sé —respondió Dereck con calma, pero justo cuando estaba a punto de apretar el gatillo, Irvin gritó con tristeza:

—La señorita Cleo es Paola.

Irvin cayó de rodillas después de decir esto, sus sollozos llenando el aire. Dereck hizo una pausa, bajó el arma y se volvió hacia Irvin, quien lloraba como un niño. Empezó a caminar hacia él, con una expresión sombría.

—¿Qué dijiste? ¿Cleo es Paola? —preguntó, la incredulidad en su voz.

—Sí —asintió Irvin entre sollozos.

Dereck lo miró con furia creciente.

—Traicionaste los códigos del bajo mundo… ¿me mentiste? —Lo levantó por la camisa con fuerza, sus ojos llenos de ira. —¿No te dije que el día en que descub
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