Guardaespaldas

—¿Estaré atada de esta manera por otro mes? —preguntó Paola.

Dereck se puso de pie y caminó hacia ella, luego aflojó la cuerda que ataba sus piernas y manos.

Paola hizo una mueca de dolor mientras se sentaba erguida. —No huiré.

—Puedes intentarlo y ver lo que mi ira te causará —dijo Dereck.

—¿Cuáles son los otros dos castigos? —preguntó Paola.

—Después de cumplir este castigo, te diré los otros dos —respondió Dereck.

—Entonces, después de que haya cumplido los tres castigos, me perdonarás, ¿verdad? —insistió Paola.

Dereck vaciló antes de responder:

—Si sobrevives, lo cual dudo, tal vez te perdone.

Paola asintió y se puso de pie.

—Quiero saber mis limitaciones en esta casa. ¿Hay algunas habitaciones a las que no pueda entrar?

—Sígueme.

Dereck la llevó fuera de la habitación. Cuando llegaron al corredor, antes de los baños de la planta alta, él se apoyó en la barandilla que protegía las escaleras. La casa era un dúplex de cuatro dormitorios. Tres habitaciones eran suites en el piso de a
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