Capítulo 251
En los últimos tres años, Walter parecía ser atraído por un imán, alejándose innumerables veces de Mariana y acercándose a Jimena.

Mariana, que al principio se quejaba con celos y tristeza: «Yo soy tu esposa, deberías preocuparte por mí», había cambiado a aceptarlo con una fría calma: «Jimena te está buscando».

Pensando en eso, él giró bruscamente el volante y cambió de dirección en la siguiente intersección.

Mariana se sorprendió y miró hacia él, preguntando: —¿A dónde vas?

—A la villa —respondió en voz grave, con un toque de terquedad infantil.

—No quiero ir. Llévame a mi casa —dijo Mariana, rechazando con firmeza.

Walter respondió con un tono innegable: —Esta noche te quedas en mi casa.

—Entonces, ¿quieres que me lance del coche o prefieres llevarme a mi casa ahora?

Mariana lo miró a los ojos mientras su voz revelaba una leve amenaza, sin un ápice de duda o miedo.

Al escuchar eso, Walter se vio obligado a mirarla de nuevo.

Sus ojos eran firmes y decididos, como si realmente estuvier
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