Capítulo 189
Mariana detuvo sus pasos y miró a Eduardo, con una sonrisa apenas perceptible en los labios.

En ese momento, la voz de Jimena volvió a sonar desde dentro de la habitación: —Deja que entre, hermano.

Eduardo suspiró resignado y dejó entrar a Mariana, pero no sin antes advertirle con el rostro severo: —Más te vale tratar bien a mi hermana.

Mariana soltó un resoplido y preguntó: —¿Cuándo fui grosera con ella?

Todo el mundo sabía que Jimena era la consentida de la familia López, y sus dos hermanos mayores la mimaban a más no poder. Entonces, si alguien se atrevía a tratarla mal frente a ellos, ¿no sería buscarse problemas?

Mariana no era tan tonta como para hacer eso.

Eduardo, sin ganas de discutir con ella, se giró y la condujo a la habitación.

En la cama, Jimena estaba conectada a un suero intravenoso, con un rostro tan pálido que asustaba, luciendo extremadamente débil.

Tan pronto como Mariana entró, sus ojos se abrieron de par en par, como si hubiera visto un fantasma.

Mariana, vestida
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