Mariana soltó una risa.

Antes, su mamá solía decir: "No podría ser más que mi hija, ¡mi hija es increíble, heredó mi inteligencia!" Y ahora, ella hablaba de esta manera.

—Mamá, todo lo que soy es gracias a ti. Ten un poco más de confianza; soy así de genial porque ustedes, papá y tú, me han criado tan bien —Mariana habló con seriedad.

Tobías sacudió la cabeza, su hija siempre sabía cómo consolar a su madre.

Catalina había sido siempre como una niña; no solo él la consentía, sino que también Mariana lo hacía.

—Una vez que abra el estudio, ya no iré al laboratorio. Ahí todo ha tomado su rumbo, ya no necesito estar vigilando todo el tiempo. Lo más difícil del laboratorio ya ha pasado.

—Mamá, hay otra cosa que quiero hacer —Mariana miró a Catalina, muy seria—. Quiero perfeccionar mis habilidades médicas y ayudar a la abuela a recuperar el movimiento de su mano derecha.

Aunque la abuela no lo decía, Mariana sabía que había pasado muchas noches llorando en silencio.

La abuela siempre había s