Capítulo 0855
La voz era algo ruda, pero la arrogancia que emanaba era mucho más intensa que la de los dos hombres. Mariana se limpió los dedos y retrocedió dos pasos. En la puerta apareció un hombre corpulento.

Vestía un traje negro y llevaba una cadena de oro. Detrás de él, sus secuaces, vestidos holgadamente, llevaban armas en las manos.

No parecían ser gente de fiar.

Mariana frunció el ceño. ¿Era este un jefe importante?

—¡Jefe! —el hombre en el suelo se levantó a rastras, lloriqueando y gritando—. ¡Esa mujer nos golpeó! ¡Mira la cara de mi hermano!

El otro corrió rápidamente hacia él, con la cara cubierta de sangre.

El jefe frunció el ceño al verlos y maldijo: —¡Un par de inútiles! ¡Lárguense! ¡No pueden manejar a una sola mujer!

Mariana levantó una ceja y retrocedió un par de pasos. Antes de irse, los dos hombres dijeron: —Leo, esta mujer no es sencilla, tiene dinero. ¡Viene de Yacuanagua!

Después de eso, se marcharon corriendo.

Leo miró a Mariana de arriba abajo. ¿Qué podría hacer ella? A sim
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