Al otro lado, Manuel guardó silencio por un momento antes de hablar. —¡Mariana!—Te aconsejo que me hables con respeto, o podrías ver algo en tu Twitter que no te gustará —Mariana habló con seriedad.Manuel entrecerró los ojos, lleno de furia. —¡Mariana, no exageres!—Manuel, también puedo acceder a tu WhatsApp. No me hagas enojar, porque no dudaré en usarlo para publicar algunas cosas que no te gustan —Mariana lo amenazó.Inmediatamente, Manuel se quedó en silencio.¡WhatsApp!Rápidamente le lanzó una mirada a su asistente, indicándole que cambiara la contraseña.Pero Mariana continuó: —Manuel, conozco a un hacker muy bueno; cambiar la contraseña no servirá de nada, solo depende de si quiero o no acceder.Mariana había cerrado todas las salidas de Manuel.Él se sintió aturdido.—No, Mariana, ¿cómo te he ofendido?—¿No hemos sido siempre amigables? ¿Por qué de repente me atacas así?—¡Ese teléfono es muy, muy importante para mí! No toques nada, especialmente el WhatsApp.Manuel estaba
—Mariana, ¿estás loca o qué? —Manuel estaba completamente atónito.Mariana levantó las manos. —¿No quieres tu teléfono?El rostro de Manuel se oscureció; tanto su vida como su teléfono eran muy importantes para él.—¿Si salto, me das el teléfono? —le preguntó.Mariana asintió.Ella siempre había sido una mujer de palabra.Manuel guardó silencio por un par de segundos, maldiciendo y soltando una serie de improperios, hasta que finalmente gritó: —¡Vamos!Mariana se sorprendió.¿De verdad?¿Qué había en ese teléfono que valía tanto la pena arriesgarse?Manuel se dirigió directamente hacia el personal del lugar. —¡Vamos, maldita sea! ¿Qué hay de malo en esto?—¡Maldita sea, si caigo hoy por tu culpa, consideraré que tengo mala suerte! ¡Mariana, nunca imaginé que estuvieras tan loca!—¡Me has dejado impresionado, eres increíble! ¡Tienes agallas!Ya no podía articular bien las palabras.Mariana no sabía si estaba hablando incoherencias por los nervios o simplemente quería desahogarse.Pero e
Manuel se sentía completamente impotente.¡La razón que tenía Mariana para vengarse de él era demasiado forzada!¡Solo quería golpearlo sin motivo alguno!—Bien, que alguien lleve al señor Flores al hospital. Mira cómo lo has asustado —Mariana miraba a los pantalones de Manuel.Él se sonrojó, y finalmente gritó: —¡Maldita sea, no me he asustado para mearme los pantalones! ¡No lo mires!—Está bien, está bien, si tú lo dices, no pasó nada —Mariana sonrió y se dio la vuelta, saliendo rápidamente mientras decía—. Hace mucho frío.Manuel se sintió aún más enojado.¡Ella sabía que hacía frío!¡Y aún así lo había obligado a hacer puenting!¡Loca! ¡Pervertida! ¡Lunática!Finalmente, comprendió una lección importante: no hay que ofender a las mujeres.¡Las mujeres son las criaturas más aterradoras!En el coche,Yahir le preguntó a Mariana: —Mari, ¿por qué hiciste esto?—No hay un motivo específico, solo quería ver su reacción. Me pregunto si sería aún más divertido si trajéramos a Jimena —Maria
La noche se hacía más densa.Frente al instituto, un elegante Cullinan negro destacaba entre la oscuridad.Mariana salía del instituto, hablando animadamente con su asistente sobre los datos del experimento de ese día, cuando de repente su asistente se quedó en silencio.Al volverse, vio a Walter de pie junto al coche.El hombre era alto, llevaba un abrigo de lana negro y unos zapatos de cuero muy limpios.Era muy alto, y ese atuendo le quedaba perfecto. Tenía un aire despreocupado, pero también una elegancia y tranquilidad.Su asistente y Mariana se saludaron con un gesto y se marchó. Mariana estaba a punto de llamarla cuando escuchó que Walter hablaba primero. —Mariana.Ella suspiró, mirándolo con el ceño fruncido, algo molesta.¿Por qué volvía a aparecer? ¿Acaso venía todos los días?Últimamente, estos hombres molestos iban con frecuencia al instituto a buscarla, y ella se había convertido en el centro de los chismes. Cada vez que se acercaba, las conversaciones se detenían, clarame
—Entonces, Mariana, ¿cómo puedo hacer para que aceptes mis flores? —dijo él, acercándose un paso.La brisa de esa noche era suave, y su tono también lo era.Mariana sacudió la cabeza. —Nunca aceptaré tus flores.Walter era un hombre inteligente.Lo entendía perfectamente.Lo que Mariana rechazaba no eran solo sus flores, sino también a él como persona.Ella nunca lo aceptaría en su vida.Hay algunas personas a las que, después de haber amado una vez, ya es suficiente; una herida es suficiente.No hay necesidad de más...—Pero yo quiero intentarlo de nuevo. —Él volvió a ofrecerle el ramo de flores.Mariana sonrió y tomó las flores. Le respondió: —Puedes intentarlo.Walter levantó la vista; en sus ojos apagados apareció un destello de esperanza.Mariana miró las rosas rojas en sus manos y deseó que fueran la respuesta que siempre había querido recibir de él cada vez que le decía que lo amaba.Pero, lamentablemente, no era así; ya era demasiado tarde.Era una respuesta tardía, que ya no t
Cuando Mariana salió manejando, Walter seguía de pie junto al coche.La observaba alejarse, viendo cómo su auto se perdía en la distancia.Ella iba tan rápido que ni siquiera pudo distinguir su rostro.Walter miró el ramo de rosas rojas en el cubo de basura y, por primera vez, sintió lo difícil que era intentar conquistar a alguien.¿Cómo había logrado Mariana soportar todo esto en el pasado?Si tuviera la oportunidad de empezar de nuevo, realmente desearía ver la vida de Mariana desde su perspectiva, comprender cómo había pasado todos esos años.Apoyado en el coche, bajó la cabeza y suspiró profundamente, sintiéndose completamente impotente.Finalmente, se dio la vuelta y subió a su auto.Sacó un cigarrillo y lo encendió.No sabía desde cuándo, pero cada vez que se sentía frustrado, la necesidad de fumar lo invadía.Antes, Mariana le había prohibido fumar por su salud, pero ahora ya no había nadie que le dijera qué hacer.Recordaba que en la universidad, cada vez que salían a comer y
Mariana sonrió.Su papá siempre tenía un buen sentido del humor.—No estaría tan mal, ¿eh? —Catalina de repente soltó una risa y añadió.Mariana se sorprendió un poco. Su mamá siempre era madura y seria, y ahora estaba de acuerdo con la ocurrencia de su padre.—Si realmente se atreven a romper la relación y echar a Walter y sus regalos, bien por ustedes —Mariana sonrió.Era solo un aviso anticipado.En cuanto a lo que harían si Walter aparecía mañana...Que lo pensaran ellos mismos.—Tengo una buena idea —Tobías adoptó una expresión seria.Mariana y Catalina lo miraron con expectativa.—Dado que no podemos manejar esto, dejémoslo en tus manos —Tobías le dijo a Mariana.El rostro de Mariana se oscureció de inmediato.¡Eso no era una buena idea en absoluto!Catalina soltó una risita.Mariana sacudió la cabeza, se levantó y dijo: —Yo me voy a descansar. Lo de mañana será mañana; siempre habrá una solución. Pero, por favor, no se metan demasiado con Walter.A fin de cuentas, todavía tienen
La noche ya había caído.El cumpleaños de Tobías llegó puntualmente. En la entrada de la familia Chávez colgaba un gran letrero rojo que decía "Fiesta de Cumpleaños".Era un recordatorio para todos, indicando que el señor Tobías celebraba su cumpleaños, y también asegurando a los invitados que no se habían equivocado de lugar.Mariana llevaba un vestido blanco casual, con el cabello recogido, y se encontraba en la cocina ocupada junto a Catalina.La familia estaba presente, así como algunos amigos cercanos de Tobías, como la familia Flores, los padres de Yolanda.En el sofá, Sancho estaba a un lado de Lorena; cuando alguien se acercaba a saludar, ambos se encargaban de atender.Mariana sirvió algunos vasos de agua y se los entregó a los padres de Yolanda.Yolanda había dicho que vendría esa noche, su vuelo aterrizaba a las ocho, y llegaría aquí alrededor de las nueve.La relación entre Yolanda y Tobías era muy cercana, casi como la de padre e hija; después de todo, era su cumpleaños, a