Ofreciendo ayuda

Mientras Dimitri se acercaba a la manada de medianoche, no pudo evitar notar la atmósfera sombría que flotaba en el aire como un pesado sudario. La oscuridad de las primeras horas parecía reflejar la pesada carga que llevaba la manada. El olor a tristeza y ansiedad impregnaba el entorno, una señal inequívoca de que algo andaba mal.

A medida que avanzaba en el territorio, sus agudos sentidos captaron las conversaciones en voz baja entre los miembros de la manada. Sus voces preocupadas llegaron a sus oídos y pudo sentir el miedo subyacente que se apoderaba de sus corazones. Sabía que había llegado en un momento de gran agitación para la Manada de Medianoche.

El olor de la mochila flotaba pesado en el aire, denso por el dolor y la preocupación. Una sonrisa siniestra tiró de las comisuras de los labios de Dimitri mientras saboreaba el caos que había causado, disfrutando del miedo y la desesperación que ahora consumía a la otrora poderosa manada.

Interiormente, se deleita