32. Demandante

Era tan suave, esponjosa y tan espaciosa, la verdad es que no había disfrutado tanto de su cama como en ese momento. Su calidez era tan agradable, fuera de eso que olía tan rico y aquellas sabanas tan sedosas en las que deslizaba sus manos a plenitud… ¡aunque! espera un momento le dice esa voz interior ¿Suave? ¿Esponjosa? ¿Olor? Su cama no poseía ninguna de esas características tan específicas ¿Qué rayos estaba pasando? Se preguntó al momento que abrió los ojos de golpe.

—¿Dónde estoy? —Se pregunta al tiempo que observa hacia todos lados.

Para cuando despabila por completo percibe que ya había estado en ese lugar, era la casa de Eros. Se llevó una mano a la cabeza como intentando recordar que había sucedido antes de llegar a ese lugar, lo último de lo que podía acordarse era que Eros y ella lo estaban haciendo com

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