Mia y Aiden entraron al gran salón, fueron recibidos por la risa de los presentes y la bella melodía de la música, todos se encontraban felices por aquel día. La decoración era hermosa, como siempre todo era blanco y dorado, las velas, las sillas las mesas hasta las cortinas encajaban a la perfección como si estuvieran de alguna manera sincronizados.Al momento vio a Neahm sentada sola pero a pesar de ello, se veía feliz ella era una banshee que tenía la oportunidad de estar rodeada de ángeles y en una celebración que ninguna otra especie a visto antes, además estar rodeada de tantos seres celestiales provocaba esa sensación de felicidad permanente.—Veo que tu amiga ya está empezando sufrir los efectos angelicales —Ambos sonrieron —. Si quieres acompáñala yo iré por algo de tomar —Ella asintió y fue hasta la mesa donde se encontraba su amiga.—Estas preciosa —le dijo antes de sentarse.—Tu igual, tu vestido es extremadamente hermoso.—Me lo hizo una maravillosa diseñadora, pero no te
Meses Antes...Todo a su alrededor era oscuro, no sabía dónde estaba o como había terminado en aquel lugar, lo último que recordaba era haber estado en su habitación cenando con el príncipe.La cabeza le dolía, llevó una de sus manos a esta y sintió algo húmedo al ver sus dedos se dio cuenta que tenía una herida por la sangre que manchaba su mano, al parecer había recibido algún golpe. Puso los pies desnudos sobre el frío suelo, dio pequeños pasos mientras sus ojos se adaptaban a la oscuridad.Estiró ambas manos adelante hasta encontrar una pared hecha con rocas, continuó su camino guiándose por esta hasta tocar una reja. Estaba encerrada, miro a su alrededor tratando de reconocer aquel lugar, buscando un modo de huir, pero se sentía tan débil que apenas podía mantenerse en pie.Se apoyó de la reja y con un poco de paciencia una bola de fuego salió de su mano, la usaría para iluminarse. Necesitaba escapar, alguien la había traicionado y su reino estaba en grave peligro.Con la luz pr
Al cabo de las horas, Marissa se fue recuperando, ya no se sentía tan débil, la droga que habían usado para ocultar su magia había desaparecido, tenía que escapar antes de que fuera demasiado tarde.Tomó la cadena que tenía en un pie y tiro de ella tan fuerte que está se partió en dos liberándola. Lentamente camino hasta estar frente a la reja, analizó sus opciones tenía que ser cuidadosa para salir de allí, necesitaba ganar tiempo no podía lanzarse a la batalla sin antes ver sus opciones o analizar a sus adversarios.Miró alrededor y pensó que convocando al viento la reja saldría volando, tocó el hierro de esta para comprobar su grosor, demasiado fuerte para romperlo, pero quizás podría fundirlo hasta convertir la reja en nada.Retrocedió, no quería quemarse una vez que este se derritiera, sus grandes y potentes alas negras se hicieron visibles, separó sus pies de la tierra, levantó ambas manos hacia adelante, cerró los ojos y se concentró en sacar el fuego que existía en el mismísim
La garganta la sentía reseca y un fuerte dolor azotaba su cabeza, lentamente abrió los ojos. Divisó un techo hecho de ramas y hojas, no sabía dónde se encontraba. Lo último que recordaba era haber perdido el conocimiento luego de enfrentarse a los Tengus. Con mucho esfuerzo trató de levantarse pero le fue imposible, cada centímetro de su cuerpo dolía por haber utilizado toda su magia.—Debería descansar su majestad —miró a un lado y vio a una seele, dejó escapar un suspiro de alivio al saber que no estaba cautiva nuevamente. Las seeles eran criaturas del bosque,hadas con tamaño humano.Su piel era sumamente blanca, provocándole un aspecto pálido parecido al de un vampiro, ese rasgo combinaba a la perfección con sus cabellos color rosa. Mayormente las mujeres tenían el pelo hasta la cintura, los hombres lo dejaban crecer justo hasta poder trenzarlo y mantenerlo así. Sus orejas poseían una forma puntiaguda, sus alas que rara vez mostraban ante desconocidos, en las noches, brillaban por
Estar en la aldea de las seeles era una experiencia increíble, lo malo es que no se estaba allí para socializar o por una simple visita de cortesía, su presencia en aquel lugar era una casualidad que le había salvado de un destino peor. Marissa estaba agradecida con las seeles por haber acudido a su señal de ayuda, la habían salvado de un destino peor.Al salir de la cabaña se sorprendió por la belleza de aquel lugar, había flores por doquier pero eso no le sorprendió pues aquellas criaturas amaban la naturaleza, lo que la maravilló fue que las flores de estrellas iluminaban toda la aldea, nunca había visto algo tan bello. Las seeles habían preparado una gran bienvenida para la reina, pues era la primera vez que visitaba Tamati, a pesar de que se encontraba cerca de su palacio normalmente ella acudía directamente a la reina y viceversa.Los habitantes de allí corrían de un lugar a otro, al verla todos se detuvieron al notar su presencia. Todas las seeles sonrieron al ver lo bella que
Finalmente Kaeylin había llegado para acudir al llamado de Marissa. Hacía mucho que no se veían en persona, normalmente se comunicaban mediante una proyección astral. Ambas lamentaban la situación que las unía y la reunión de las dos grandes reinas no podía esperar, el enemigo no lo haría así como tampoco ellas.Todos los seeles salieron de la habitación por órdenes de Kaeylin, Marissa hubiera hecho lo mismo, pero no quería dar órdenes allí, aunque ella fuera la líder de todo el reino, cada especie tiene a su dirigente y ella no quería hacer sentir menos a su amiga, aquella era su casa y ella no la avergonzaría frente a su pueblo.—Lamento mucho todo lo que has pasado, mi consejera ya me ha informado —dijo la reina seele una vez estuvieron solas, caminó hasta Marissa y se sentó a su lado —Te traigo buenas y malas noticias —informó —. No sé cuál prefieres que diga primero.—Empecemos por lo bueno, necesito un soplo de aire fresco entre tanto caos.—El príncipe Dustin se encuentra bien
El viaje al palacio duró una hora, la puerta de hierro se encontraba oxidada por lo que soltó un chirrido cuando varios hombres del ejército seele la abrieron. Un olor desagradable se coló por las fosas nasales de las hadas provocándoles arcadas, aquello olía como un cadáver en descomposición.Durante mucho tiempo, las mazmorras habían estado selladas, el paso de los años, las habían convertido en un lugar húmedo y oscuro. Dos hombres entraron iluminados por una bola de fuego que Marissa creó, con ella podían ver por donde caminaban, las paredes eran hechas de huesos y habían unos esqueletos colgando del techo, pero ese era un modo que usaban los antiguos dueños del castillo para asustar y alejar a los forasteros.Marissa bajó del torso de Tain, conocía a la perfección cada rincón del castillo por eso iría delante para guiar al ejército por el camino correcto.—Necesito que vayas a la montaña.—¿Para qué? Mi lugar es aquí, a tu lado —contestó Tain, aunque él no podía entrar en los tún
Luego de que los hombres de Maikol se marcharan, Marissa se aseguró de que la entrada a las mazmorras y pasadizos estuviera completamente cerrada. Se sentó en el suelo y se recostó a una pared, observó a su alrededor y sintió ganas de llorar por todo el caos que sucedía en su vida, utilizó su magia para dejar la habitación justo como era antes, los vidrios que se encontraban esparcidos por el suelo volvieron a formar el gran espejo en forma de alas que había en el centro de la habitación, las plumas volaron en el aire hasta formar dos grandes almohadas, los libros y papeles se colocaron uno a uno en su sitio y así poco a poco todo volvía a su lugar.Al terminar todo se veía tan normal, que por un momento deseó que nada fuera cierto que la reina de la profecía no fuera ella, pero a quien engañaba solo ella había obtenido la marca del dragón, ninguno de sus antecesores habían sido capaces de impresionar a uno. No se arrepentía de haberla obtenido porque gracias a ella había vivido junto