Capitulo cinco

Me levanto entusiasmada por comenzar el día. Hoy por fin podre regresar a la universidad, claro a una nueva es ilógico para mí tener que cambiar de universidad en mi tercer semestre, pero supongo que es mejor a estar más avanzado. Mi tío Gio me prometió que ya no intentaría volver a cambiarme lo cual me relaja, pero a la vez sé que en el mundo en que vivimos todo es incierto.

Me pongo una falda de color negra con una camisa abotonada de color roja, la cual es manga larga y unos tacones negros, decido dejar mi cabello suelto y así bajo a desayunar, aunque sé que voy a recibir un buen sermón por mi atuendo de parte de mis tíos quienes no estarán muy felices de verme vestida así.

Y no me equivoco a penas mis tíos me ven se quedan mirándome detenidamente, pero es mi tío Gio quien más frunce el ceño ante mi atuendo.

— ¿Qué demonios traes puesto?—dice mi tío Gio cruzándose de brazos.

—Ropa—digo encogiéndome de hombros.

—Ve a cambiarte—me ordena pero no me muevo.

—Vamos Gio no seas así nuestra niña se ve hermosa—le sonrió a mi tío Paolo.

—Mejor sentémonos a comer, ya que no me harás caso—asisto feliz de haber ganado esta batalla contra mi tío Gio.

Comemos tranquilamente, en un silencio que yo diría que es incómodo hasta que mi tío Paolo rompe el silencio con una noticia que no me gusta para nada.

—Ya conseguí un departamento, me mudo mañana—mi corazón se parte. Ha sido muy divertido tener a mi tío Paolo aquí pero ahora que se va sé que volveré a estar aburrida y será más difícil enfrentarme a mi tío Gio.

—Te voy a extrañar mucho tío—digo.

—No estés triste vendré a visitarlos a menudo—dice y sé que es cierto ya que él es la mano derecha de mi tío Gio y el segundo al mando en la familia. A pesar de que no me hable de esas cosas sé que necesitan mutuamente para poder mantener en orden todos los negocios, tanto los legares como los ilegales.

Cuando terminamos de comer me dispongo a ir al garaje donde sé que estará mi hermoso Lamborghini Urus esperándome.  Mi tío Gio  tiene varios modelos de coches deportivos en el garaje, veo cada uno de ellos buscando con la mirada el que me interesa, sonrió cuando por fin  encuentro mi coche. Pero me sorprendo de ver el Lamborghini aventador gris de ayer, me gustó mucho ese coche pero sabía que tenía que elegir solo uno y el Urus me parecio mucho más funcionar.

—Sorpresa—dice mi tío Paolo detrás de mí. El cual me señala con la mirada a mi tío Gio haciéndome saber que él fue quien tuvo la idea.

—No dejabas de ver el aventador a pesar de que habías elegido el Urus por lo cual decidí comprarte ambos coches— corrí hacia donde mi tío y lo abrece se tensó en seguida creo que un poco sorprendido de mi reacción pero rápidamente envolvió sus brazos en mi espalda.

—Gracias tío—

—Creo que es hora de que te vayas se te va hacer tarde para ir a clases—asistí de acuerdo pues no quería llegar tarde a mi primer día, además hoy estaba decidía a conocer  personas, quiero hacer amistades por más que me cueste. No es fácil ser una Moretti cuando todos saben de dónde vine mi apellido. Mi tío Gio saca de su bolsillo las llaves de ambos coches y me las entrega.

Decido subir al aventador ya que ayer tuve la oportunidad de conducir el Urus. Me pare una buena opción para ir a mi primer día de clases. Y sin más manejo hasta la universidad, tomo un camino más largo, debido a que la universidad no queda tan lejos y quería aprovechar un poco más el viaje.

De inmediato soy el centro de las miradas por mi coche lo cual no me extraña, odio ser el centro de la atención pero siendo una Moretti he aprendido a adaptarme. Anoche me memorice mi horario por lo que sé cuál es mi primera clase y voy directo a mi salón pero antes miro detrás de mí donde mis guardaespaldas ya están siguiéndome, ni siquiera me di cuenta de que me estaban siguiendo en su BMW,  me encojo de hombros sabiendo que de igual forma esto iba a pasar. Pero me alegro que solo sean cinco guardaespaldas y no veinte de los cuales solo dos me siguen mientras los otros tres de quedan en el vehículo, como respaldo en caso de una emergencia.

Ignoro que me siguen mientras voy a mi salón de clase y por supuestos las personas me miran más atentos, ahora por mis guardaespaldas. No los culpo, supongo que es raro ver a una chica llegar a la universidad con dos hombres grandes, en trajes siguiéndola. Cuando llego a mi clase me alegro de que esta ni siquiera haya comenzado, habiendo pocos estudiantes en el salón, me siento en uno de los pupitres mientras espero que el profesor llegue.

Mis guardaespaldas se quedan afuera vigilando la puerta, pasan varios minutos en donde el salón se va llenando en su totalidad hasta que llega la profesora de mi primera clase, la cual es matemática. Son unas horas bastante aburridas, la profesora se encarga de enseñarnos varios ejercicios y de decirnos que este semestre será un poco duro por la cantidad de trabajos que haremos.

Terminada mi primera clase voy a la segunda de inmediato pero en el camino veo como dos chicos tropiezan el tipo se va mientras que la chica tiene que recoger algunos papeles que se cayeron del suelo, ruedo los ojos por lo imbéciles que son algunos hombres y de inmediato me acerco a la chica y la ayudo a recoger sus papeles.

—Gracias—dije en un susurro.

—No es nada—digo.

—Mónica—estira su mano para que yo la estreche lo cual hago.

—Angélica—

—Disculpa normalmente no soy tan torpe— le doy una sonrisa sincera mientras la veo detenidamente es pelirroja, con unos grandes ojos marrones que no son tan apreciados por las enormes gafas que tiene veo que su ropa es un poco desaliñada lo cual es una lástima porque tiene un buen cuerpo que no es apreciado por sus pantalones holgados y su gran camisa negra.

—No te preocupes, todavía faltan varios minutos para que vaya a mi clase de cálculo—digo.

—Yo también me dirijo a mi clase de cálculo—las dos sonreímos pensando lo mismo.

— ¿Qué tal si vamos juntas?—me anime a decir. Mónica asistió se nota que es tímida en cambio yo soy una bomba explosiva, sé que suena raro pero estoy segura que nos llevaremos bien.

Caminamos juntas hasta nuestra clase de cálculo, es una pesadilla estar viendo tanta matemática en un solo día pero a la vez se sintió bien por fin conocer a alguien. En la hora del almuerzo decidimos ir juntas hasta la cafetería y sentarnos a comer puesto que no conocíamos a nadie.

— ¿Qué pasa con esos hombres que te están siguiendo a todos lados?—esa era la pregunta que temía pero era lógico que me lo preguntara, nadie más en esta universidad parecía tener guardaespaldas.

—Son mis guardaespaldas mi tío es un empresario muy rico y bueno, siempre piensa en mí seguridad—una verdad a medias porque omití todo lo que tuviera que ver con mi apellido, aunque estoy segura que Mónica se va enterar de todos modos.

— ¿No te molesta tenerlos siguiéndote todo el tiempo?— sonreí por como sus mejillas se sonrojaron cuando hizo esa pregunta.

—Es molesto—admití—Pero es necesario que estén conmigo sino mi tío estaría muy molesto—

Seguimos conversando en tranquilidad, es muy obvio que nos llevaremos muy bien tenemos muchas cosas en común como nuestra amor por las computadoras. Mónica me confeso que es una hacker activista, admito que me emocione cuando lo dijo. Eso sello el trato de nuestra amistad, algo me dice que nos divertiremos mucho en el futuro.

Después del almuerzo nos separamos porque nos tocaron clases distintas. Nos volvimos a ver en la salida. Me ofrecí a llevarla a su casa puesto que su carro se averió, por lo que tomaría el autobús, fue difícil convencerla de que viniera conmigo pero al final logre convencerla.

La casa de Mónica no queda tan lejos de la universidad, incluso me quedo perfecto para seguir de largo hacia la casa. La casa donde vive Mónica es linda, se nota que es grande de dos pisos, en un barrio residencial de clase media. Mónica me invito a entrar para tomar algo como agradecimiento por llevarla pero me negué, ya iba tarde para la casa y no quiero que mi tío Gio comience con su drama aunque estoy completamente segura que uno de mis guardaespaldas ya le aviso donde estábamos.

Cuando llegue a la casa, decidí ir directo a mi habitación principalmente por algunos trabajos que ya me habían mandado de la universidad. Es más fácil para mi adelantar todo lo que pueda y no dejarlo a último momento porque nunca termina bien. Pero justo cuando estoy sacando mis cuadernos de mi bolso tocan la puerta de mi habitación, voy a abrir la puerta y me sorprendo cuando veo quien está al otro lado.

—Fabio—era una sorpresa verlo, últimamente ya no lo veía tan seguido como antes no desde que mi tío decidió convertido en uno de sus guardaespaldas personales, cosa que quiero cambiar porque de todos los guardaespaldas que tengo es mi favorito.

—Hola pequeña, tu tío te quiere ver en su oficina—fruncí el ceño extrañada por lo que dijo. Pero lo seguí hasta la oficina de mi tío.

—No te creas que te vas a escapar de mi tenemos muchas cosas de que hablar—dije por lo cual sonrió.

—Está bien pequeña—dijo.

Me dispuse a entrar en la oficina de mi tío. Muy pocas veces vengo por aquí porque para entrar a esta oficina se tiene que tener el permiso de mi tío. Mi tío Gio levanto la vista de los papeles que tenía en la mano a penas me vio, se veía tan poderoso  en ese traje de Armani hecho a la medida. Me senté en la silla frente a él esperando a que comenzara.

—Últimamente he pensado que necesitas saber defenderte por eso quiero enseñarte a disparar—debo estar soñando.

— ¿De verdad?—pregunte a sombrada mi tío Gio nunca me había dejado tocar si quiera un armar y ahora quiere que dispare una.

—Sé que puede ser raro para ti todo esto—suspiro—Pero quiero que las cosas entre nosotros cambie. Quiero que haya la misma confianza que teníamos antes y sé que para eso tengo que ceder en algunas cosas—

Sonreí ante lo que dijo, desde hace tiempo nos hemos distanciado mucho. Cuando era pequeña, mi tío era el que estaba conmigo, todavía recuerdo como despertaba asustada por mis pesadillas en la noche y él siempre estaba conmigo. Pero todo cambio de repente no sé lo que nos pasó a veces siento que él se distancio de mí y eso me duele y más porque no se la razón. Pero quiero regresar a lo que teníamos antes, quiero volver a tener esa relación cercana con mi tío.

— ¿Cuando comenzamos?—pregunte entusiasmada el rio mientras se levantaba.

—Ahora mismo sígueme—me levante para seguirlo, mi tío me llevo a la parte de atrás de la casa. Nuestra casa tiene varias hectáreas de tierra, que mi tío usa para la parte sucia de sus negocios. Por ejemplo ahora me lleva donde varios de sus hombres están practicando tiro apuntando y disparándole a unas botellas de vidrio.

Sabía que aquí practicaban tiro, pero por supuesto, nunca se me permitió salir por los alrededores de la casa sin un escolta, principalmente para que no viera ciertas cosas que estoy segura que mi tío quería esconder.

—Primero necesitaras un arma—saca una de su pantalón a igual que un escolta le entrega otra, me da la suya para que la sostenga. Es extraño nunca he tocado una pero me siento bien de tenerla—Siempre debes apuntar al blanco  y asegúrate de no fallar a tu objetivo—  procedió a apuntar a la botella y luego disparo haciendo que la botella explote en el acto—Ahora hazlo tú—

Apunte a la botella pero cuando dispare me moví ligeramente haciendo que la bala no le diera a la botella. Mi tío Gio se colocó detrás de mí ayudándome a sujetar el arma adecuadamente. Sentir el aroma masculino de mi tío fue embriagador como afrodisíaco extinto que descubro, pero rápidamente elimino esos pensamiento estúpidos y me concentro en lo sus indicaciones las cuales me ayudan a poder disparar y darle esta vez a la botella.

—Bien hecho—me felicito—Pero esta vez hazlo sola—

Separe un poco mis piernas, levante el arma y vi a la nueva botella que colocaron los hombres de mi tío, esta vez cuando dispare logre darle al blanco fácilmente.

— ¿Qué tal?—pregunte con una sonrisa.

—Tienes buena puntería—sonrió también mirándome—Pero todavía te falta mucho para lograr esto—apunto su arma hacia la botella pero antes de disparar me miro a mí y me guiño un ojo y disparo todavía mirándome a mí y aun así le dio a la botella. Lo mire sorprendida, se nota que mi tío tiene una buena puntería, pero no es de extrañar siendo el jefe de una de las familias más importantes de la mafia.

Fue divertido, pasar el día así con mi tío. Paso mucho tiempo antes de que volviéramos a conectar y se sintió increíble, solo espero que mi tío cumpla su promesa y las cosas cambien entre nosotros. Extraño a mi tío pero no quiero al sobreprotector que me trata como una niña sino al cariño que sabe lo que quiero y que me apoyara incondicionalmente.

—Hoy Paolo se va a su departamento por lo que seremos tú y yo de nuevo—dijo por lo que asistí.

—Serás mi nuevo compañero de póker—bromee.

—Todavía sigues jugando póker—alza una ceja—No me digas que apuestas dinero u otras cosas—

Reí sabiendo a que se refería con “otras cosas” — No te preocupes aun no pruebo el póker de prendas solo apuesto dinero y siempre gano—

— ¿Quién sabe tal vez tu racha de buena suerte termine?—lo mire, muy pocas personas me han ganado en el póker. No quiero presumir pero soy muy buena jugando y sobre todo cuando hay dinero involucrado, ya le quite a Paolo diez mil dólares y en efectivo no me importaría hacer lo mismo con mi tío Gio.

—Si quieres apostar eres bienvenido—dije mientras nos dirigíamos de nuevo a la casa. Se limitó a sonreír lo cual fue raro porque paso mucho tiempo antes que volviera a ver sonreír a mi tío.

Cuando volvimos a la casa, se excusó porque tenía varios asuntos del trabajo que arreglar. Yo me dirigí a mi habitación, fui a mi estante de libros y tome una de mis novelas de romance erótico favorito, lista para pasar una tarde leyendo antes de preparar algo de comida.

Dos horas después cuando había acabado con el libro, fui a la cocina donde conseguí a  Paolo ya había llevado todas sus cosas a su nuevo departamento. Lo abrace y le dese buena suerte aunque estaba un poco triste por no verlo tan seguido, pero puedo decir que mi tío no se mostró triste en absoluto, me confeso que estaba muy feliz de no recibir visitas de mi tío Gio para que se despertara en la mañana, pero estoy segura que también extraña la visita de sus amigas durante la noche, no ha podido sus visitas nocturnas porque mi tío Gio se lo prohibió que lo hiciera en casa y bueno cualquiera que conozca a  Paolo sabe que él es un casanova.

Comienzo a cocinar con ayuda de Paolo que por cierto es un desastre en la cocina, no entiendo cómo hará cundo este solo porque a diferencia de mi tío Gio. Él no puede siquiera freír bien un huevo, me gusta cocinar así que no tengo ningún problema en hacer la mayor parte del trabajo. 

Decido hacer una lasaña para la cena siguiendo la receta de mi abuela, que me enseño mi tío Gio, a pesar de que no la conocí siempre me han hablado de ella como una mujer fuerte que protegía a su familia. Sus recetas estaba en un pequeño libro que siempre está en uno de los armarios de la cocina, leo mucho ese libro sobre todo para aprender más de mi cultura italiana. Siempre he pensado que la mejor manera de conocer un lugar es con la gastronomía y la italiana es una de las mejores del mundo.

Cuando cocino por difícil que sea de crecer siento que me conectó con los recuerdos que tenia de mi madre y de mi padre. Puede que mi madre no fuera italiana, pero tanto ella como mi padre siempre trataron de enseñarme algo de mi cultura, hicimos un viaje cuando tenía cinco años a roma, no recuerdo mucho, pero sé que fue una gran experiencia. Espero volver algún día y tener múltiples recuerdos de mi aventura, sobre todo quiero conocer Venecia, para mi es una ciudad muy romántica que he disfrutado leyendo en múltiples libros.

Meto la lasaña en el horno para que se hornee por aproximadamente cuarenta y cinco minutos. Me rio de Paolo que se queda atento mirando la lasaña en el horno, por lo visto tiene hambre pero todavía falta mucho para la comida, por lo que saco unos refrescos de la nevera le doy uno y me quedo con el otro. 

—Mientras esperamos la comida—digo.

— ¿La lasaña se tardara mucho?—pregunta mientras el gruñido de su estómago se escucha. Diablos, creo que soy malvada por reírme por eso.

—Solo un par de minutos—digo mientras bebo un sorbo de mi refresco de uva.

Para ayudar a Paolo decido buscar en uno de los armarios de la cocina donde escondo todos los dulces y comida chatarra que mi tío Gio odia, pero que yo amo, soy una chica con curvas y me siento orgullosa de ello. Saco algunas papas y unas galletas y se las doy a  Paolo que  felizmente las recibe. Disfrutamos comiendo nuestras golosinas, mientras la lasaña se cocina. Cuando ya la comida esta lista,  Paolo se encarga de ir a buscar a mi tío Gio que sigue en la oficina.

Creo que esta es una de las mejores lasañas que he hecho, puede que exagere pero interprete la receta muy bien. La cara de sorpresa de mi tío Gio cuando ve mi creación, aumenta mi ego porque es una confirmación de que logre hacer una obra de arte.

—Es muy parecida a la que hacia mi tía cuando éramos niños—dice  Paolo mientras prueba el primer bocado y gime con satisfacción.

Incluso mi tío no puede evitar gemir cuando prueba la lasaña. Me mira y sonríe—Mi madre, tu abuela estaría orgullosa—

—Gracias—me sonroje levemente por el comentario era algo que no esperaba de mi tío Gio.

Las cosas en esta casa se veían con un buen panorama, mi tío Gio está dando un avance significativo no sé qué pasara a continuación pero creo que será algo increíble porque mi siguiente objetivo será mostrar mi valía para involucrarme en el negocio familiar.

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